miércoles, 22 de enero de 2014

CAPITULO EXTRA 1

PEDRO  



Le había dicho a Dani que no quería gente por aquí esta noche. Ella los había invitado de todos modos. Mi hermana pequeña no acepta un no por respuesta, nunca.
Recostado en el sofá, estiré las piernas delante de mí y tomé un trago de mi cerveza. Tenía que andar por aquí abajo el tiempo suficiente para asegurarme de que las cosas no se iban a salir de control. Los amigos de Dani eran más jóvenes que yo. A veces, tendían a ser un poco ruidosos.
—Pedro, conoce a Paula, creo que ella te pertenece. La encontré afuera un poco perdida. —La voz de Federico rompió mis pensamientos.
Miré a mi hermanastro y luego a la chica a su lado. Había visto esa cara antes. Era más madura, pero la reconocía. Mierda.
Era una de ellas. No sabía sus nombres, pero sabía que había dos de ellas.
Ésta era... Paula. Pasé mis ojos hacia Daniela al verla de pie, no muy lejos con el ceño fruncido en su rostro. Esto no iba a ser bueno. ¿Federico no se había dado cuenta de
quién era?
—¿Ah, sí? —pregunté devanándome los sesos para sacarla de alguna manera de aquí y rápido. Daniela iba a explotar en cualquier momento. Estudié a la chica que había sido una fuente de dolor para mi hermana menor gran parte de su vida. Era preciosa. Su rostro en forma de corazón se destacó por un par de grandes ojos azules con el más largo de pestañas naturales que jamás había visto en una mujer. Sedosos rizos rubios platino rozaban un par de pechos muy bonitos que mostraba en una camiseta ajustada. Maldita sea. Sí... se tenía que ir—. Es linda, pero joven. No puedo decir que es mía.
La chica se estremeció. Si no hubiera estado observándola tan de cerca, me lo habría perdido. La expresión perdida en su rostro no tenía sentido. Había entrado en esta casa sabiendo que estaba en territorio inoportuno. ¿Por qué se veía tan inocente?
—Oh, sí que es tuya. Ya que su papi huyó a París con tu mamá por las próximas semanas. Diría que ahora te pertenece a ti. Yo con mucho gusto le puedo ofrecer una habitación en mi casa, si quieres. Eso es, claro, si se compromete a dejar su arma mortal en su camioneta. —Federico encontraba esto divertido.
Él sabía quién era ella muy bien. Le encantaba el hecho de que esto molestaba a Dani. Fede haría cualquier cosa para enojarla.
—Eso no la hace mía —contesté.
Ella tenía que tomar la pista e irse.
Federico se aclaró la garganta. —Es una broma, ¿verdad?
Tomé un trago de mi cerveza y luego estabilicé mi mirada en Fede. No estaba de humor para él y el drama de Daniela. Esto lo llevaba demasiado lejos.
Incluso para él. La chica se tenía que ir.
Ella parecía estar lista para correr. Esto no era lo que había estado esperando. ¿Realmente había pensado que su querido papá estaría aquí esperando por ella? Esa historia sonaba como una gran mierda.
—Tengo una casa llena de invitados esta noche y mi cama ya está llena — informé y luego volví a mirar a mi hermano—. Creo que es mejor si la dejamos ir a buscar un hotel hasta que pueda ponerme en contacto con su papi.
Paula tomó la maleta que Fede tenía en la mano.
—Él tiene razón. Debo irme. Esto fue una mala idea —dijo con un nudo en la voz.
Federico no dejó ir la maleta fácilmente. Ella tiró con fuerza para sacarla de su alcance. Podía ver las lágrimas no derramadas en sus ojos y tiró de mi conciencia.
¿Había algo que me perdía aquí? ¿De verdad ella esperaba que le abriéramos nuestros brazos?
Paula corrió hacia la salida. Vi la mirada alegre en el rostro de Dani mientras Pau pasaba a su lado.
—¿Te vas tan rápido? —preguntó Daniela.
Paula no respondió.
—Eres una mierda sin corazón. ¿Lo sabías? —gruñó Fede a mi lado.
No estaba de humor para tratar con él. Dani se pavoneaba hacia nosotros con una sonrisa triunfante. Había disfrutado de eso. Entendí por qué. Paula era más que un recordatorio de todo lo que Dani había perdido en su crecimiento.
—Se ve exactamente como la recuerdo. Pálida y plana —ronroneó Daniela hundiéndose a mi lado en el sofá.
Fede resopló.
—Son tan ciegos al igual que malos. Ustedes pueden odiarla, pero ella es la boca del agua.
—No empieces —le advertí a Federico.
Dani podría parecer feliz, pero sabía que si ella moraba mucho en eso, se podía romper.
—Si no vas a ir tras ella, yo sí. Y voy a poner su culo sexi en mi casa. No es lo que ustedes dos asumen que es. Hablé con ella. No tiene ni idea. Ese padre imbécil suyo le dijo que viniera aquí. Nadie es tan buen mentiroso —dijo Fede
mientras miraba a Dani.
—Papá nunca le habría dicho que viniera a la casa de Pedro. Vino aquí porque es una cazadora. Olió dinero. ¿Has visto lo que llevaba puesto? —Dani arrugó la nariz con disgusto.
Fede rió entre dientes.
—Claro que vi lo que llevaba puesto. ¿Por qué crees que quiero tanto llevarla de vuelta a mi casa? Es ahumadamente caliente, Dani. Me importa un carajo lo que digas. La chica es inocente, perdida y malditamente caliente.
Federico dio media vuelta y se dirigió hacia la puerta. Iba detrás de ella. No podía dejar que lo haga. 
Él se dejó engañar fácilmente. Estuve de acuerdo en que la
chica era agradable a la vista, pero él pensaba con su polla.
—Detente. Voy a ir a por ella —dije de pie.
—¿Qué? —preguntó Dani con voz horrorizada.
Fede dio un paso atrás y me dejó pasar. No me giré y desconocí a mi hermana. Federico tenía razón. Que tenía que ir a ver si se trataba de un acto o si realmente había sido informada por su imbécil padre para venir aquí. 
Por no decir... quería mirarla sin audiencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario