lunes, 23 de diciembre de 2013

CAPITULO 66






Pedro


Parecia que ella estaba a punto de llorar y me daba miedo preguntarle si estaba bien.Mi miedo a que cambiara de idea y se quedara en Sumit me mantuvo callado hasta que estuvimos seguros fuera de los limites de la ciudad.Ver sus manos fuertemente entrelazadas en su regazo me molesto.
deseaba que dijera algo.
-¿estas bien?-le pregunte.incapaz de detenerme.mi necesidad de protegerla me supero
Asintio-si.Es solo un poco aterrador,supongo.Esta vez,se que no voy a volver.Tambien se que no tengo un padre esperando para ayudarme.Marcharse fue mas dificil esta vez.
-Me tienes a Mi-Respondí
inclinó su cabeza a un lado y me miró-Gracias,necesitaba escuchar eso ahora mismo
Diablos,lo grabaria para que ella pudiera escucharlo una y otra vez si eso ayudaba-nunca pienses que estas sola.
Me dio una debil sonrisa y volvio su atencion de nuevo a la carretera-sabes que yo podria conducir si quieres dormir esta vez
la idea de ser libre para mirarla todo lo que quisiera era tentadora,pero esperaria que yo durmiera y no desperdiciaria nada del tiempo que tuviera a su lado durmiendo-Estoy bien.Aunque gracias
Pase por un establecimiento de autos y consegui algo para comer mientras yo conducia de vuelta.Ella habia estado dormiendo y no quise molestarla, pero debia tener hambre
-Tengo hambre,¿que te apetece?-pregunté,volviendo a la interestatal que nos llevaria de vuelta a Florida
-um...yo...no sé.sopa quizas 
¿sopa? Esa era una peticion extraña.Pero diablos,si queria sopa le conseguiria sopa
-sopa será. Mantendre mis ojos abiertos  para encontrar un  restaurante que crea que tiene sopa
-si estas hambriento,por favor,solo para en donde quieras.puedo encontrar cualquier cosa para comer en cualquier lugar-sono nerviosa de nuevo
-Paula,te voy a conseguir sopa-repeti,observandola.Me asegure de sonreir para que supiera que queria conseguirle su sopa
-Gracias-dijo y se estudio las manos las manos que estaban en su regazo otra vez
No hablamos por un rato,pero se sentia bien el solo tenerla en el coche conmigo.No queria que sintiera que tenia que hablar.
señale el primer establecimiento con menú-Parece que allí hay buenas opciones.Escoge un lugar-le dije
Se encogio de hombros-No importa. si quieres volver a la carretera puedo comer algo en el coche.
Queria alargar este dia tanto como pudiera-Vamos a conseguirte sopa
Una risita me sobresaltó y la miré para verla realmente sonriendo.Hacerla hacer eso mas seguido era mi nueva meta.



Paula estaba dormida de nuevo cuando entramos en el garage del apartamento de Isabel tarde esa noche.Cuidadosamente,Mantuve nuestra conversacion sencilla.Despues de un rato,se instalo un comodo silencio y luego se quedo dormida.
Aparqué el Rover y me recosté,mirandola.le habia lanzado miradas para verla durmiendo un millon de veces de camino a casa.sólo por unos minutos queria la libertad de observarla dormir.Los circulos oscuros bajo sus ojos me preocupaban.¿No dormia lo suficiente? Isabel podria saberlo.podia hablar eso con ella.Preguntarle a Paula algo como eso ahora mismo probablemente no seria muy inteligente 
un suave golpe en la ventana llevó mi atencion de Paula a Jose,quien estaba fuera del coche con una mirada divertida en la cara.Abri la puerta y sali antes que la despertara.Yo queria despertarla y no queria audiencia cuando lo hiciera.
-¿Planeas despertarla o estas considerando el secuestro' pregunto Jose.
-Cállate,idiota.
Río entre dientes-Isabel esta esperando a que lleguen y poder escuchar todo sobre el viaje.Te ayudare con sus cosas si la despiertas y la llevas adentro.
-Esta cansada.Isabel puede esperar hasta mañana-No queria que despertara para estar con la entrometida  de Isabel. Obviamente,ella necesitaba más horas de sueño y más comida.Apenas tocó su sopa antes.Intente alimentarla de nuevo pero dijo que no tenia hambre.Eso tenia que cambiar.Era como esos jodidos sandwiches de maní otra vez
-Entonces dile eso a isabel-Respondio a jose mientras yo ponia la caja en sus manos y sacaba la maleta de la parte trasera 
-Yo llevo la maleta,Tú lleva la caja dentro y la despertaré
-¿momento privado?- Jose sonrio y empuje la caja en sus manos un poco demasiado fuerte.Lo hice tropezar y cacarear de la risa
Lo ignoré y caminé hacia el asiento del pasajero.Despertarla y permitirle que se fuera no era exactamente lo que queria hacer.Me inquietaba.¿Que pasaba si esto era todo? ¿Que si Paula nunca me dejaba acercarme a ella así de nuevo?No.No podia dejar que eso pasara.Lo haria despacio,pero me aseguraria de que este no fuera nuestro final.Aunque con haberla tenido todo el dia iba a ser realmente dificil volver a la normalidad.
Le quite el cinturon,Apenas se movio.Un mechon de pelo habia caído en su cara,Así que cedí a la tentación de tocarlo.Lo coloque detras de su oreja.Ella era tan jodidamente hermosa.Yo nunca podria superar lo nuestro.No era posible.Tenia que encontrar la manera de que volviera conmigo.Ayudarla a sanar.
Abrió los ojos y nuestras miradas se quedaron fijas.
-Estamos aqui-Susurré,sin querer sobresaltarla.
se sentó y me sonrió timidamente-Lo siento,me quede dormida de nuevo
-Necesitabas descanso.No me importo- Queria quedarme alli y mantenerla en mi coche,Pero no podia hacer eso.Me aparte para que pudiera salir.Tenia justo en la punta de la lengua el preguntarle si podria verla mañana.Pero no lo hice.No Estaba lista para eso.Tenia que darle espacio-Te vere por ahi-dije,y su sonrisa vaciló
-Bien,uh,si,nos vemos.y gracias de nuevo por ayudarme hoy.Te pagaré la gasolina
Como el infierno-No,no lo haras.No quiero tu dinero.Me hizo feliz ayudarte 
Empezo a decir algo pero cerró bruscamente la boca.Con un gesto tenso se dio la vuelta y fue hacia el apartamento

CAPITULO 65






Paula

Mi corazón latía tan fuerte que estaba segura de que él podía escucharlo. Esto había sido una mala idea. Estar cerca de él era tan confuso. Era fácil olvidar quien era él. Que me tocara, incluso si era solo mi cara, me hacía sentir ganas de llorar. Quería más que eso. Lo extrañaba. Todo sobre él y estaría mintiendo si dijera que la idea de estar tan cerca de él todo el día no me mantuvo despierta la mayor parte de la noche.
Pedro encendió la radio cuando yo no dije nada. Debería decir algo después de eso, pero ¿qué? ¿Cómo respondo a eso que está causándonos más dolor? Decirle que lo extraño y lo quiero no haría las cosas más fáciles. Solo sería más duro.
Esta vez, cuando el teléfono sonó, la pantalla del ordenador en su coche destelló el nombre “Fede.” Pedro presionó algún botón y luego recogió su celular.
—Hola —dijo en el teléfono. Por casualidad, miré hacia él ya que su atención no estaba en mí. Las duras líneas de expresión en su cara me entristecieron. No las quería ahí.
—Sí. Estamos en camino —respondió al teléfono—. No creo que esa sea una buena idea. Te llamaré cuando vuelva —Apretó su mandíbula y sabía que lo que sea que Federico le decía estaba molestándolo—. Dije que no —gruñó y terminó la llamada antes de lanzarlo en su portavasos.
—¿Estas bien? —pregunté antes de poder pensar en ello.
Ladeó su cabeza para mirarme. Fue como si estuviera sorprendido de que yo estuviera hablándole —Uh, sí. Estoy bien —respondió en un tono más calmado,luego regreso los ojos a la carretera.
Esperé unos minutos, luego decidí decir algo sobre lo que me había dicho. Si no empezaba a hablar de esto con él, siempre tendríamos este tonto silencio entre nosotros. Incluso si lo dejara en cuatro meses y nunca lo viera de nuevo… No, tendría que verlo de nuevo. Tendría que hacerlo, ¿no te parece? ¿Podría nunca contarle sobre este bebé? Empujé eso al fondo de mi mente. No había ido al doctor aun. Cruzaría ese puente cuando llegara a él. Incluso si había vomitado otra vez esta mañana cuando abrí el compactador de basura y me llegó un olorcillo del
pescado frito que Jose arrojó la noche anterior. No era normalmente tan sensible. El té de jengibre caliente que había estado bebiendo cuando Pedro me recogió ayudó a
aliviar mi estómago. Podría fingir que la prueba de embarazo estaba mal o afrontar la verdad.
—Sobre lo que dijiste, yo, uh, realmente no sabía cómo responder a eso. Quiero decir, sé lo que siento y deseo que las cosas fueran diferentes, pero no lo son. Yo quiero que nosotros… quiero que nosotros encontremos una forma de ser amigos… quizas. No lo sé. Eso suena tonto. Después de todo —Me detuve porque mi intento de hablar con él sonaba confuso. ¿Cómo podríamos ser amigos? Así fue como todo comenzó y aquí estoy yo, enamorada y embarazada de un hombre con el que no podía construir un futuro.
—Seré lo que sea que tú me permitas ser, Paula. Solo no me dejes fuera de nuevo. Por favor.
Asentí. Está bien. Le daría tiempo a esta cosa de amigos. Luego… luego le diría sobre él bebé. Él huiría como si le persiguiera el diablo o querría ser parte de la vida de nuestro bebé. De cualquier forma, yo necesitaba tiempo para prepararme. Porque no dejaría a mi hijo tener algo que ver con esta familia, nunca.
Eso estaba fuera de cuestión. Odiaba a los mentirosos… pero estaba a punto de volverme una por un tiempo. Esta vez, era yo la que tenía un secreto que ocultar.
—De acuerdo —respondí pero no dije más. Mis ojos estaban volviéndose pesados y la falta de sueño de la noche anterior y el hecho de que no puedo beber cafeína para despertarme estaban apoderándose a mí. Cerré mis ojos.
—Tranquila, dulce Paula. Tienes sueño y un calambre en el cuello si te duermes así. Recuestaré sobre mí —Un profundo susurro le hizo cosquillas a mi oído y me estremecí. Giré hacia él pero estaba tan adormecida que no pude despertar completamente. Algo suave rozó mis labios y luego caí de nuevo en mis sueños.
—Necesitas despertar, dormilona. Estoy aquí, pero no tengo idea de dónde ir —La voz de Pedro acompañada de su mano apretando suavemente mi brazo me despertó. Me froté los ojos y los abrí. Estaba acostada. Miré a Pedro y él sonrió
No podía dejarte lastimar tu cuello. Además, estabas durmiendo tan profundo que quise que estuvieras cómoda —Se desabrochó y se inclinó para jugar con un botón
en el lado de mi asiento. Poco a poco se echó para atrás y pude ver el semáforo en Sumit, Alabama delante de mí.
—Lo siento. Dormí todo el camino. Tuvo que ser un viaje aburrido.
—Tengo el control de la radio, así que no fue un fracaso —respondió Pedro con una sonrisa y luego miró de regreso al semáforo—. ¿A dónde voy desde aquí?
—Derecho hasta que veas el gran cartel de madera que está pintado de rojo que dice: Productos frescos y leña para la venta y luego gira a la izquierda. Será la tercera casa a la derecha, pero es sobre un kilómetro y medio por ese camino. La carretera se volverá grava después de aproximadamente un cuarto de milla — Pedro siguió mis indicaciones y no dijimos mucho. Estaba aún despertando y mi estómago se sentía mareado. No había comido aun y sabía que ese era el problema.
Tenía las galletas en mi bolso que Isa me había dado, pero comerlas frente de Pedro era una mala idea. Las galletas eran un regalo importante.
En el momento en el que nos detuvimos en la entrada de la abuela, yo ya comenzaba a sudar frío. Estaría enferma si no comía algo. Abrí la puerta para salir antes de que Pedro pudiera ver mi rostro. Estaba probablemente verde o pálida por lo menos.
—¿Quieres que vaya contigo o es mejor si me quedo aquí? —preguntó.
—Oh, um… quizas deberías quedarte aquí —respondí. El camión de Facundo estaba aquí, así que eso significaba que probablemente habría tensión. No quería que Pedro y Facundo se metieran en más peleas. Tampoco confiaba en Facundo para mantener su boca cerrada sobre la prueba de embarazo. Cerré la puerta del coche y me dirigí a la casa.
Facundo abrió la mosquitera y salió antes de que incluso llegara al último escalón. Su rostro era una mezcla de preocupación e ira. 
—¿Por qué está él aquí? Te trajo a casa, ahora puede irse —gruñó Facundo, mirando más allá de mí hacia Pedro.
Sí, fue una buena idea de Pedro mantenerse en el coche. Mi estómago se enrollo y luché contra las náuseas.
—Porque él me dará un aventón de regreso. Cálmate, Facundo. No tienes que pelear con él. Tú eres mi amigo. Él es mi amigo. Vamos adentro. Necesito recoger mis cosas.
Facundo dio un paso atrás y me dejó pasar, luego me siguió dentro dejando que el mosquitero se cerrara detrás de él.
—¿Qué quieres decir con que vas a regresar con él? ¿La prueba resulto positiva? ¿Corriste de regreso a él incluso aunque te rompió el corazón tan fuerte que llegaste aquí hace tres semanas hecha un lio? Yo cuidaré de ti, Pau. Sabes eso.
Levanté mis manos para detenerlo. —Esto no se trata de mi embarazo, Facundo. Él es un amigo que me dio un aventón. Si, fuimos amigos antes… cosas pasaron, pero ahora no lo somos. No corrí hacia él. Conseguí mi trabajo de vuelta en Rosemary y viviré con Isabel por un tiempo. Luego iré a algún lugar más y empezare de nuevo. Yo no me puedo quedar aquí.
—¿Por qué no puedes quedarte aquí? Demonios, Paula. Me casaré contigo hoy. Sin hacer preguntas. Te amo. Más que a mi vida. Tienes que saberlo. Metí la pata cuando éramos más jóvenes y esa cosa con Carla, ella no significa nada. Es
solo una chica con la que paso el rato. Tú eres todo lo que yo quiero. He estado diciéndote eso por años. Por favor, escúchame —suplicó.
—Facundo, detén esto. Eres mi amigo. Lo que nosotros teníamos murió hace mucho tiempo. Te pillé en el momento en el que le hacías cosas que no deberías a otra chica. Esa noche todo cambio. Te quiero, pero no estoy enamorada de ti y nunca lo estaré de nuevo. Necesito hacer las maletas y seguir con mi vida.
Facundo golpeó su mano contra la pared. —¡No digas eso! No ha terminado. No puedes simplemente irte sola. No es seguro —Hizo una pausa—. ¿Estas embarazada? —preguntó.
No respondí. En su lugar, regresé a la habitación en la que había estado viviendo mientras estaba aquí y comencé a empacar mi maleta —Lo estás—dijo, siguiéndome a la habitación.
No respondí. Estaba concentrada en mis cosas. —¿Él lo sabe? ¿El hijo de la estrella de rock se hará responsable? Está mintiendo, Pau. El bebé nacerá y huirá. No será capaz de manejarlo. Un bebé no encaja en su vida. Sabes eso. Infiernos, todo el mundo lo sabe. Él bien podría ser una estrella de rock. Vi su casa en la playa. No parece ser alguien que estará ahí cuando las cosas se pongan difíciles. No les gustan los niños. Puede que yo lo haya jodido, pero no voy a huir. Siempre estaré aquí.
Me di la vuelta. —Él no lo sabe, vale. Ni siquiera estoy segura de si se lo diré. No quiero a alguien que me cuide. Yo puedo hacer esto. No estoy indefensa.
Empezó a abrir la boca para discutir cuando la abuela entró a la habitación.
No me había dado cuenta de que ella estaba aquí.
—Deja de rogarle, Facundo. Has hecho tu cama, hijo, ve a acostarte en ella. Ella siguió su camino. Su corazón ha seguido adelante. Terminó mostrándonos a todos que puede ir a la escuela y cuidar a su mamá enferma y de sí misma—Miró de Facundo a mí y una sonrisa triste tocó sus labios—. Me rompe el corazón que tengas otro obstáculo cuando eres tan joven, sin embargo esta habitación es tuya si lo necesitas. Pero si decides irte, entonces te deseo lo mejor. Solo quiero que estés segura —Caminó más y me atrajo en un abrazo—. Te quiero como si fueras mi propia hija. Siempre lo he hecho—susurró en mi cabello.
Lágrimas picaron mis ojos. —Yo también te amo.
Se apartó e inhaló. —Mantente en contacto —dijo y comenzó a salir, luego miró de vuelta a mí
—Cada hombre merece saber que tiene un bebé. Incluso si no será parte de su vida, él necesita saberlo. Mantén eso en mente.
Salió de la habitación dejándonos a Facundo y a mí solos de nuevo. Puse lo último de mis cosas en mi maleta y cerré la cremallera. Agarrando la manija. La recogí. Mis nauseas se habían vuelto peores. Cubrí mi boca con una mano.
—Mierda, Pau. no puedes hacer eso. Dámelo. No se supone que carges cosas pesadas. Ves, no puedes hacer esto. ¿Quién va a asegurarse de cuidarte?
El mejor amigo que he tenido en toda mi vida estaba de vuelta y el chico loco que pensó que estaba enamorado y listo para sacrificar su vida se había ido.
—Tengo a Isabel. Ella sabe y yo soy cuidadosa. No estaba pensando. Todo esto es nuevo para mí. Y creo que me voy a enfermar.
—¿Qué puedo hacer? —preguntó con una mirada de pánico en su cara.
—Galletas ayudarían.
Dejó la maleta en el piso y salió corriendo de la habitación para conseguirme galletas. Regresó en menos de un minuto con una caja de galletas saladas y un vaso.
—La abuela te escuchó. Ya tenía la caja fuera y un vaso de refresco servido. Dijo que calmaría tu estómago.
—Gracias —respondí y me senté en la cama para comer la galleta y beber el refresco. Ninguno de los dos hablo. Mis nauseas empezaron a ceder y aprendí de la experiencia de no comer demasiado. Si comía de más lo vomitaría pronto.
Poniéndome de pie, le entregué la caja y el vaso a Facundo.
—Solo déjalo allí. Lo buscare después —Recogió mi maleta—. Dame esa caja también. No puedes cargarla —dijo recogiendo la caja de cosas que ni siquiera había desempacado. Levanté la última pequeña bolsa en mi brazo y me dirigí a la puerta sin otra palabra. Lo seguí rezando para que no hiciera algo estúpido cuando viera a Pedro.
Llegamos al mosquitero que da al pórtico y se detuvo. Poniendo la maleta en el piso, se dio la vuelta para mirarme.
—No tienes que ir con él. Te dije que puedo arreglar esto. Tú me tienes, Pau Siempre me has tenido.
Facundo lo decía en serio. Lo podía ver en su cara. Pero yo no. Si necesitaba un amigo, Facundo estaría ahí, pero él no era salvador de nadie. Yo no necesitaba uno, de todas formas. Me tenía a mí misma. Levanté mi bolsa más arriba de mi hombro y pensé cuidadosamente como explicarle esto una vez más. Había tratado todo. No entendería la verdad. Sacara relucir como me falló cuando mi mamá estaba
enferma y yo estaba tan sola solo le lastimaría.
—Necesito hacer esto.
Facundo dejó escapar un gruñido de frustración y se pasó una mano por su cabello. —No confías en mí para cuidarte. Eso me duele —Dejó escapar una risa derrotada—. Pero entonces, ¿Por qué deberías? Te fallé antes. Con tu mamá… yo era un chiquillo, Pau. ¿Cuántas veces tengo que decirte que las cosas son diferentes ahora? Sé lo que quiero. Yo… Dios, Pau, yo te quiero. Siempre has sido tú.
Un nudo se formó en mi garganta. No porque lo amaba, si no porque me preocupaba por él. Facundo fue una gran parte de mi vida. Estuvo conmigo desde que podía recordar. Cerré la distancia entre nosotros y alcancé su mano. 
—Por favor, entiende. Esto es algo que tengo que hacer. Tengo que afrontar esto. Déjame ir.
Facundo dejó escapar un suspiro cansado. —Siempre estoy dejándote ir, Pau. me has pedido eso antes. Sigo intentándolo, pero eso poco a poco está destruyéndome.
Un día me agradecerá por dejarlo.
—Lo siento, Facundo. Pero necesito irme. Está esperándome.
Facundo recogió la maleta y abrió el mosquitero con su hombro. Pedro se apresuró a salir del Rover tan pronto como nos vio. —No le digas nada, Facundo — susurré.
Facundo asintió y lo seguí por las escaleras. Pedro nos encontró en la parte inferior y me miró. —¿Son todas tus cosas? —preguntó.
—Si —respondí.
Facundo no hizo movimiento de darle la maleta y la caja. Un musculo en la mandíbula de Pedro saltó y supe que intentaba ser bueno.
—Dale la maleta, Facundo —dije, dándole un codazo en la espalda.
Facundo  suspiró y le entregó la caja y la maleta a Pedro, quien los tomó y se dirigió hacia el auto.
—Necesitas decirle—murmuró Facundo cuando él se dio vuelta para mirarme.
—Lo haré, con el tiempo. Tengo que pensar en ello.
Facundo miró más allá de mí hacia mi camión. —¿Dejas tu camión?
—Tenía la esperanza de que puedas sacarlo del taller y ponerle un cartel de venta. Tal vez consiga mil por él. Luego puedes quedarte con la mitad y enviarme la otra mitad.
Facundo frunció el ceño. —Venderé la camioneta, Pau, pero no tomaré nada de dinero. Enviaré todo.
No discutí con él. Necesitaba ser capaz de hacer esto y continuar. —Está bien, está bien. Pero, ¿podrías darle a la abuela algo de ello, por lo menos? Por dejarme quedar aquí y todo eso.
Las cejas de Facundo se dispararon. —¿Quieres que mi abuela monte su culo a Rosemary para broncear su piel?
Sonriendo, cerré la distancia entre nosotros y aferrándome a sus hombros me puse de puntillas y le di un beso en la mejilla. —Gracias por todo —le susurré.
—Puedes volver si me necesitas. Siempre —Su voz se quebró y supe que tenía que irme. Di un paso atrás y asentí con la cabeza antes de caminar hacia el Rover.
Pedro tenía la puerta abierta del lado del pasajero cuando llegué allí y la cerró detrás de mí. Vi como miró a Facundo antes de ir a su lado. Realmente lo estaba haciendo. Dejando de lado lo seguro y dando el primer paso para encontrar mi lugar en el mundo.