miércoles, 18 de diciembre de 2013
CAPITULO 56
Pedro
Era el cumpleaños de mamá. Daniela ya me había llamado dos veces pidiéndome que le llamase. No podía hacerlo. Ella estaba en una playa de las Bahamas con él. Esto no la afecto en lo absoluto. Una vez más, se había fugado para disfrutar de su vida, mientras dejaba a sus hijos para que resolvieran las cosas.
—Dani llamó otra vez. ¿Quieres que le conteste y le diga que te deje en paz?
—Federico caminó dentro de la sala, tendiéndome mi celular en su mano mientras sonaba.
Ambos peleábamos como hermanos reales.
—No, dámelo a mí —respondí
mientras me tiraba el teléfono—. Dani —dije en forma de saludo.
—¿Vas a llamar a mamá o no? Me ha llamado dos veces hasta ahora, preguntándome si hablé contigo y si recuerdas su cumpleaños. Se preocupa por ti.
No dejes que esa chica arruine todo, Pedro. Me apuntó con una pistola, por el amor de Dios. Una pistola, Pedro. Está loca. Ella…
—Detente. No digas nada más. No la conoces. No quieres conocerla. Así que detente. No voy a llamar a mamá. La próxima vez que lo haga, dile que no quiero escuchar su voz. Me importa una mierda su viaje o qué quiere por su cumpleaños.
—Auch —murmuró Fede mientras se sentaba en el sofá frente a mí y apoyaba las piernas sobre la mesa.
—No puedo creer que hayas dicho eso. No te entiendo. Ella no puede ser tan buena en…
—No, Daniela. La conversación terminó. Llámame si tú me necesitas. — Presioné finalizar, lancé mi celular en el asiento junto a mí, y recosté mi cabeza contra el almohadón.
—Salgamos. Bebe un poco. Bailemos con algunas chicas. Olvida esta mierda. Todo —dijo Fede. Sugirió esto varias veces en las pasadas tres semanas. O al menos desde que dejé de romper cosas y él se sintió lo suficientemente seguro para hablar.
—No —contesté sin mirarlo. No había razón para actuar como si estuviera bien. Hasta que supiera que Paula estaba bien, yo nunca estaría a estar bien. Ella no me puede perdonar. Infiernos, nunca me mirará de nuevo, pero necesitaba saber que seguía adelante. Necesitaba saber algo. Lo que sea.
—He sido realmente bueno no entrometiéndome. He dejado que enloquezcas, le gruñas a todo lo que se mueve y te pongas de mal humor. Creo que es tiempo de que me digas algo. ¿Qué ocurrió cuando fuiste a Alabama? Algo tuvo
que haber pasado. No volviste igual.
Quería a Federico como un hermano, pero no había forma que le dijera acerca de la noche en la habitación del hotel con Paula. Ella estaba herida y yo desesperado. —No quiero hablar acerca de eso. Pero necesito salir. Dejar de mirar esas paredes y recordarla… sí, necesito salir. —Me paré y Fede salió de su lugar en el sofá. El alivio en sus ojos era obvio.
—¿De qué tienes ganas? ¿Cervezas? ¿Chicas? ¿O ambas?
—Música alta —contesté. Realmente no necesitaba ninguna cerveza y las chicas… simplemente no estaba listo para eso.
—Tendremos que ir al centro de la ciudad. ¿Tal vez a Destin? Le lancé mis llaves del auto. —Seguro, guíame.
El timbre sonó deteniéndonos a ambos. La última vez que había tenido un invitado inesperado no terminó bien. Es muy probable que sean unos policías que vienen a arrestarme por golpear el rostro de Facundo. Por extraño que parezca, no me importó. Estaba indiferente.
—Yo abro —dijo Federico, mirándome con el ceño fruncido en preocupación.
Estaba pensando lo mismo.
Volví a sentarme en el sofá y apoyé los pies sobre la mesa de café. Mi mamá odiaba cuando lo hacía. La había comprado durante uno de sus viajes internacionales de compras y la trajo hasta aquí. Sentí una repentina punzada de culpa por no llamarla, pero lo ignoré. Toda mi vida hice feliz a esa mujer y me hice cargo de Daniela. Se acabó.
—Jose, ¿qué sucede? Estábamos a punto de salir. ¿Quieres venir con nosotros? —dijo Fede retrocediendo y dejando que Jose entrara a la casa. No me levanté. Quería que se fuera. Ver a Jose me recordaba a Isa, quien me recordaba a Paula. Jose necesitaba irse.
—Uh, no, yo uh… necesitaba hablar contigo sobre algo —dijo Jose, arrastrando los pies y metiendo las manos en sus bolsillos. Parecía listo para salir corriendo por la puerta.
—Está bien —contesté.
—Puede que hoy no sea el mejor día para hablar con él, hombre —dijo Fede, parándose frente a él y centrándose en mí—. Íbamos a salir. Vamos. Jose puede desnudar su alma después.
Ahora tenía curiosidad. —No soy una bala perdida, Federico. Siéntate. Déjalo hablar.
Fede dejó escapar un suspiro y sacudió la cabeza. —Bien. Lo que quieras decir, solo dilo.
Jose lo miró nerviosamente y luego volvió hacia mí. Caminó y se sentó en la silla más alejada. Observé mientras se metía el pelo detrás de la oreja y me pregunté qué tenía para decir que fuese gran cosa.
—Isabel y yo vamos algo serios —comenzó. Ya sabía eso. No me importaba.
Sentí el dolor abriendo mi pecho y apreté los puños. Tenía que concentrarme en forzar el aire hacia mis pulmones. Isabel había sido amiga de Paula. Ella sabría cómo estaba—. Y eh… bueno, el alquiler de Isa aumentó y de todos modos era una mierda ese lugar. No me sentía seguro con ella quedándose ahí. Así que, hablé con Antonio y dijo que su papá tenía dos habitaciones disponibles si quería alquilar
eso. Yo eh, las conseguí para ella, pagué el depósito y todo eso. Pero cuando la llevé a ver se enojó. Bastante. No quiso que pagara su renta. Dijo que la hacía sentir barata. —Suspiró y la mirada de disculpa en sus ojos seguía sin tener sentido. No me importaba su pelea con Isabel.
—Es dos veces mas cuanto mucho… o, al menos, Isa cree que son dos veces que su último lugar. Y en realidad son cuatro. Le hice jurar a Antonio que sea discreto. Estoy pagando la otra parte sin que ella lo sepa. De todas formas. Ella, uh…. ella… fue hoy hacia Alabama. Le encanta el condominio. Quiere vivir en la propiedad del club sobre la playa. Pero la única persona que alguna vez consideraría tenerla como compañera es… Paula.
Me puse de pie. No podía estar sentado.
—Guau, hombre… siéntate —saltó Federico y me hizo señas con la mano.
—No estoy alterado… sólo necesito aire —dije, mirando por las ventanas de cristal hacia las olas rompiendo contra la orilla. Isabel fue a buscar a Paula. Mi corazón latía. ¿Vendría?
—Sé que ustedes tuvieron un mal final. Le pedí que no, pero ella se cabreo y no quise molestarla. Dijo que extrañaba a Paula y que ella necesitaba a alguien.
Ella, eh, también habló con Antonio acerca de devolverle su trabajo a Paula para conseguir que regrese.
Paula. Regresando…
No volvería. Me odia. Odia a Daniela. Odia a mi mamá. Odia a su padre. No volvería aquí… pero Dios, quería que lo hiciera. Me volteé y miré a Jose.
—No regresará —dije. El dolor en mi voz era innegable. No me preocupé por esconderlo. Ya no más.
Jose se encogió.
—Ella ha tenido bastante tiempo para lidiar con las cosas. ¿Y si vuelve? ¿Qué harás? —me preguntó Federico.
¿Qué haría?
Suplicaría.
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ohh que capitulones , que vuelva que esten cerca
ResponderEliminarAy! Pau está embarazada? no pueden pasarle más cosas a esta pobre chica! Y Pedro está tan angustiado también y con tantas culpas! Ojalá puedan reencontrarse pronto y tratar de hablar... aunque ya esté todo dicho :(
ResponderEliminarMe encantó la Maratón! igual siempre me quedan ganas de seguir leyendo! Es hermosa la historia y tan triste!
Me encantó la maratón!! Muy buenos capítulos, pero me parecen tan cortitos!! Ojalá Paula vuelva y puedan volver a hablar y el dolor pase!! Paula embarazada y ese bebé los va a unir !!
ResponderEliminarme encanto el maratón, ojala que pau y pp se reconcilien
ResponderEliminarBuenísima la maratón!!!!!!!!!! Pero me deja con ganas de más!!!!!!!!!!!!
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