miércoles, 26 de noviembre de 2014
CAPITULO 135
Dicen que los niños tienen los corazones más puros. Que los niños no pueden odiar porque no entienden completamente la emoción. Perdonan y olvidan fácilmente.
Dicen un montón de basura como esa porque les ayuda a dormir por la noche. Te dicen esas buenas y agradables palabras mientras te sonríen.
Pienso diferente. Los niños pueden amar como nadie más.
Pueden tener la capacidad de amar con más fiereza que nadie. Es muy cierto. Yo mismo sé que es cierto.
Porque yo lo viví. A la edad de diez, sabía lo que era el odio y el amor. Tanto que te consumían. Tanto que alteraban tu vida. Y tanto que te cegaban por completo.
Mirando hacia atrás, desearía que alguien hubiera estado allí para ver como mi madre sembraba la semilla del odio dentro de mí. Dentro de mi hermana. Si alguien hubiera estado allí para salvarnos de las mentiras y la amargura que ella permitió que nos invadiera, entonces quizás las cosas pudieron haber sido diferentes. Para todos los involucrados.
Nunca hubiera actuado tan tontamente. Nunca hubiera sido mi culpa que una chica se quedara sola al cuidado de su madre enferma. No hubiera sido mi culpa que la misma chica estuviera de pie junto a la tumba de su madre creyendo que la única persona en la tierra que la amaba estaba muerta. No hubiera sido mi culpa que un hombre se destruyera a sí mismo, su vida siento rota, convirtiéndose en un cascarón vacío.
Pero nadie nos salvó.
Creímos las mentiras. Nos aferramos a nuestro odio. Sin embargo, sólo yo destruí la vida de una chica inocente.
Dicen que cosechas lo que siembras. Eso es mentira, también. Porque debería estar ardiendo en el infierno por mis pecados. No debería tener permitido despertar cada mañana con esta hermosa mujer en mis brazos, amándome incondicionalmente.
No debería poder sostener a mi hijo y conocer lo que es la pura alegría.
Pero puedo.
Por qué eventualmente, alguien me salvó. No lo merezco.
Diablos, más que alguien más, es mi hermana quien necesita ser salvada. Ella actúa por odio. Manipuló el destino de otra familia, sin importarle el resultado. Pero la amargura aun la controla mientras yo ya he sido rescatado.
Por un chica…
Pero no es cualquier chica. Es un ángel. Mi ángel. Un hermoso, fuerte, feroz y leal ángel que entró a mi vida en una camioneta, cargando un arma.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario