miércoles, 11 de diciembre de 2013
CAPITULO 39
—Creo que la palabra que estás buscando es épico —dije riendo mientras me inclinaba hacia atrás para poder verlo.
La ternura en sus ojos derritió mi corazón un poco más.
—El sexo más épico conocido por el hombre —respondió y extendió su mano para meter mi cabello detrás de mis orejas—. Estoy arruinado. ¿Sabes eso? Me has arruinado.
Moví las caderas y pude sentirlo aun en mi interior.
—Mmm, no, creo que todavía podrías funcionar.
—Dios, mujer, vas a tenerme duro y listo de nuevo. Tengo que limpiarte.
Tracé su labio inferior con la yema de mi dedo. —No voy a sangrar de nuevo. Ya lo hice.
Pedro colocó mi dedo en su boca y lo chupó con suavidad antes de dejarlo ir.
—No estaba usando un condón. Estoy limpio, sin embargo. Siempre uso condón y me chequeo con regularidad. —No estaba segura de cómo procesar esto. No había pensado en un condón—. Lo siento. Tú te desnudaste y mi cerebro se desprotegió.
Te prometo que estoy limpio. Negué con la cabeza.
—No, está bien. Te creo. No pensé en eso, tampoco.
Pedro me empujó contra él. —Bueno, porque esto fue jodidamente increíble. Nunca lo sentí sin condón. Sabiendo que estaba en ti y sintiéndote desnuda me hizo de verdad endemoniadamente feliz. Te sentías increíble. Toda caliente,
húmeda y muy apretada.
Me sacudí contra él. Sus palabras sucias en mi oreja hacían que mi dolor despertara de nuevo. —Mmm —contesté mientras lo sentía crecer, duro, dentro de mí de nuevo.
—¿Estás en control de natalidad?
Nunca tuve una razón para hacerlo. Negué con la cabeza.
Gimió y movió las caderas hasta que estuvo fuera de mi.
—No podemos hacer esto hasta que lo estés. Pero me tienes duro otra vez. —Llegó hasta entre mis piernas y pasó un dedo contra mi clítoris hinchado—. Tan sexy —murmuro. Deje que mi cabeza cayera y disfruté de su tacto suave.
—Pau, toma una ducha conmigo —pidió con voz tensa.
—Está bien —dije, mirando hacia él. Me ayudó a levantarme y luego me llevó a su enorme cuarto de baño.
—Te quiero en la ducha. Lo que hicimos fue el mejor sexo que he tenido en mi vida. Pero aquí va a ser más lento. Estoy cuidando de ti.
Dejar a Pedro en la cama esta mañana había sido duro. Estaba durmiendo tan plácidamente que no quise despertarlo. Me abstuve de besar su rostro antes de irme. Dormido parecía libre de toda preocupación. No me di cuenta de lo intenso y en guardia que se encontraba hasta
que lo vi dormir y parecer completamente en paz.
Abriendo la puerta del salón de empleados, me saludó el aroma de rosquillas frescas y un sonriente Marcos.
—Buenos días, nena —dijo tan alegre como siempre.
—Eso esta por verse… ¿vas a compartir esas rosquillas o no? Me alcanzó la caja. —Compré dos extra para ti, muñeca. Sabía que mi bombón rubio vendría a trabajar hoy y no quería estar con las manos vacías.
Me senté frente a él y alcancé mi rosquilla. —Si pensara que lo disfrutarías, te besaría —bromeé.
Marcos movió las cejas.
—¿Quién sabe, nena? Una cara como la tuya puede llevar a un hombre por el mal camino.
Riéndome, mordí la cálida y mullida ricura. No era saludable, pero estaba malditamente buena.
—Come, porque tenemos un larguísimo día por delante. El baile de debutantes es por la noche y no estaremos en el comedor. Todos seremos enviados al salón de baile y forzados a caminar con bandejas de comida para luego servirles en la cena.
¿Baile de debutantes? ¿Qué narices era eso?
—¿Es por eso que afuera hay tantas furgonetas con flores y decoraciones?
Marcos asintió y tomó otra rosquilla cubierta con chocolate.
—Sí. Tiene lugar todos los años durante esta semana. Las locas y ricas mamás pavonean a sus hijas y las presentan en sociedad. Después de esta noche, las chicas serán consideradas mujeres y tratadas como miembros adultos del club.
Pueden estar en comités y cosas así. Es una tontería, eso es lo que es.
Especialmente desde que Dani cumplió veintiuno hace un par de semanas. Eso significa que es estrenada en la jodida adultez.
Daniela era una debutante. Eso era interesante. Su madre no estaba aquí. ¿Eso quería decir que volvía? Mi corazón se aceleró… tendría que marcharme pronto.
Pedro no me había dicho que había cambiado algo sobre mi mudanza. Cuando me fuera, ¿todavía me vería?
LEAN EL SIGUIENTE
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario