lunes, 25 de noviembre de 2013

CAPITULO 8













Había una nota pegada debajo del limpiaparabrisas de mi
camioneta. La saqué y leí:
«El tanque está lleno. Federico.»
¿Federico me  consiguió    gasolina? Mi  pecho se sintió
repentinamente caliente. Eso fue muy amable de su parte. La palabra de Pedro "vividor" sonó en mis oídos y me di cuenta de que tendría que devolvérselo a Federico a la mayor brevedad posible. No quería ser considerada una vividora como mi padre.
Entrando en el camión, lo manipulé con facilidad y salí de la calzada. Varios coches se encontraban todavía afuera, aunque no tantos como anoche. Me preguntaba quiénes pasaron la noche. ¿Estarían siempre aquí? Yo no había visto a nadie esta mañana, salvo Pedro y la chica que él corrió.
Pedro no era una persona muy agradable, pero era justo. Tenía que aceptar eso. También era sexy como el infierno. Sólo tenía que aprender a pasarlo por alto.
Debería ser bastante fácil. No esperaba que Pedro estuviera muy a menudo a mí alrededor. Parece que no le gusta mucho estar cerca de mí.
Decidí que conseguiría un trabajo en Rosemary para ahorrar en el gas.
Entonces podría mudarme de la casa de Pedro más rápido. Había encontrado un periódico local y dibujé un círculo sobre varios trabajos diferentes. Dos de ellos eran trabajos de camarera en restaurantes locales y me detuve a entregar mi solicitud. Tenía la sensación de que obtendría una llamada de uno o ambos, pero no estaba segura de que quería trabajar en cualquiera de los dos. Aunque lo haría
si fuera lo único disponible. Sólo que las propinas no parecían ser buenas y con un trabajo como ese las necesitas. También visité la farmacia local para solicitar el
puesto de cajera, pero ya lo habían llenado. Luego fui a la oficina del pediatra local para solicitar el trabajo de recepcionista, pero querían experiencia y yo no tenía.

Había un último trabajo que marqué y lo había aplazado porque calculé que
sería un trabajo más difícil de conseguir, mesera en el club de campo local.
Pagaban más de siete dólares la hora, más las propinas sería mucho mejor. Podría estar por mi cuenta incluso antes del mes. Además, había beneficios. El seguro médico sería genial.
El anuncio decía que había que ir a las oficinas principales detrás de la casa club de golf para aplicar. Seguí las instrucciones y estacioné mi camioneta junto a un lujoso Volvo. Ajusté el espejo retrovisor para ver mi cara. Compré un pequeño tubo de rímel mientras me encontraba en la farmacia. Sólo un poco de rímel ayudó a que mi rostro pareciera más mayor. Pasé una mano por mi pelo rubio pálido y dije una breve oración para poder conseguir este trabajo.
Me había quitado mis pantalones cortos y camiseta sin mangas cuando había ido a buscar mi bolso. Me imaginé que un vestido era más probable que me ayudara a conseguir un trabajo. Pedro dijo que parecía a una niña. Yo quería parecer mayor. El rímel y el vestido parecían ayudar.
No me molesté en cerrar la camioneta. No había peligro de ser robada aquí.
No cuando la mayoría de los coches aparcados cerca costaban más de sesenta mil dólares. Los pasos hasta la puerta de la oficina eran pocos. Tomando un último aliento profundo, abrí la puerta y entré.


Una mujer menuda con un cabello castaño corto y unas gafas de montura metálica caminaba por la sala de recepción cuando entré. Me echó un vistazo mientras se dirigía a una de las oficinas, pero se detuvo en seco cuando me vio. Le dio un rápido vistazo al resto de mí y luego asintió con la cabeza en mi dirección.
—¿Estás aquí por el trabajo? —preguntó imperativamente.
Asentí con la cabeza. —Sí, señora. Estoy aquí para el puesto de mesera.
Me dio una sonrisa tensa. —Bien. Eres atractiva. Los miembros pasarán por alto los errores con una cara así. ¿Puedes conducir un carrito de golf y puedes abrir
una botella de cerveza con un abrebotellas? Asentí.
—Estás contratada. Necesito a alguien en el puesto ahora mismo. Sígueme, vamos a cambiarte el uniforme.
No discutí. Cuando se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia otra habitación, seguí detrás de ella. Era una mujer con un objetivo. Abrió la puerta y entró.
—¿Usas un tamaño de 3 en pantalones cortos? Tu camisa será más pequeña que tu talla. A los hombres les encantará eso, sin embargo. Les gustan los pechos grandes. Vamos a ver... —Ella hablaba de mis senos. Eso era raro. Agarró un par de pantalones cortos blancos de la rejilla y me los alcanzó. Luego tomó una camisa polo azul claro del estante y me la paso—. Esa es una talla chica. Tiene que ser
ajustado. Somos un establecimiento con clase aquí, pero a nuestros hombres les gusta tener una buena vista. Por lo tanto, les ofrecemos un par de pantalones cortos blancos y polos apretados. No te preocupes por el papeleo. Te haré llenarlo todo después del trabajo. Haz esto por una semana y hazlo bien y veremos si pasar al puesto en el comedor. Estamos cortos de personal allí también. Rostros como el
tuyo no son fáciles de encontrar. Ahora, cámbiate y esperaré para darte el carrito de las bebidas.

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