CAPITULO 7
Oh, mierda. Aquí va. Una noche era todo lo que iba a tener.
—Está bien —le contesté.
Pedro frunció el ceño y sentí el aumento de mi frecuencia cardíaca. Él no parecía dispuesto a darme una buena noticia.
—No me gusta tu padre. Es un vividor. Mi madre siempre tiende a encontrar hombres así. Es su talento. Pero creo que tú ya sabes eso acerca de él. Lo que se me hace curioso, ¿por qué has venido a él en busca de ayuda si sabías lo que era?
Me gustaría decirle que no era de su incumbencia. Salvo que el hecho de que necesitaba su ayuda lo convertía en su incumbencia. No podía esperar que me dejara dormir en su casa sin explicarle las cosas. Se merecía saber por qué me
estaba ayudando. No quería que pensara que yo también era una vividora.
—Mi madre acaba de morir. Ella tenía cáncer. Tres años de pena y tratamientos. Lo único que poseía era la casa que mi abuela nos dejó. Tuve que venderla y todo lo demás para pagar los gastos médicos de mi madre. No he visto a mi padre desde que nos abandonó hace cinco años. Pero es la única familia que me queda. No tenía a nadie a quien pedirle ayuda. Necesito un lugar donde quedarme hasta que pueda encontrar un trabajo y obtener unas cuantas monedas.
Entonces podré rentar mi propio lugar. Nunca tuve la intención de quedarme mucho. Sé que mi papá no me quiere aquí. —Dejé escapar una risa fuerte que yo
no sentía—. Aunque nunca me esperaba que saliera corriendo antes de que llegara.
La mirada firme de Pedro seguía dirigida hacia mí. Aquella era una información que hubiera preferido que nadie supiera. Solía hablar con Facundo acerca el daño que me hacía el abandono de mi padre. La pérdida de mi hermana y mi padre fue muy dura para mi madre y para mí. Entonces, Facundo había necesitado más y yo no había podido ser lo que él quería. Tenía una madre enferma que cuidar. Tenía que dejar ir a Facundo para que pudiera salir con otras chicas y divertirse. Yo era sólo un peso alrededor de su cuello. Nuestra amistad se había mantenido intacta, pero descubrí que el chico que una vez pensé que había amado
fue sólo una emoción infantil.
—Lamento lo de tu mamá —respondió Pedro finalmente—. Eso tiene que ser duro. Dijiste que estuvo enferma por tres años. Así que, ¿fue desde que tenías dieciséis?
Asentí, sin saber qué más decir. Yo no quería su compasión. Sólo un lugar para dormir.
—Estás pensando en conseguir un trabajo y un lugar propio. —No era una pregunta. Procesaba lo que yo le había dicho. Así que no respondí—. El cuarto en
las escaleras es tuyo por un mes. Debes ser capaz de encontrar un trabajo y conseguir el dinero suficiente para un apartamento. Destin no está demasiado lejos de aquí y el costo de vida es más accesible allí. Si nuestros padres regresan antes de ese tiempo, espero que tu padre sea capaz de ayudarte.
Deje escapar un suspiro de alivio, tragué el nudo que tenía en la garganta.
—Gracias.
Pedro volvió a mirar a la despensa que llevaba a la habitación en la que dormía. Luego me miró otra vez. —Tengo algunas cosas que hacer. Buena suerte en la búsqueda de empleo —dijo. Él se empujó fuera de la mesa y se fue.
No tenía combustible en mi camioneta, pero tenía una cama. También tenía veinte dólares. Corrí a mi habitación para tomar mi bolso y las llaves. Necesitaba encontrar un trabajo lo más rápido posible.
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