lunes, 6 de enero de 2014

CAPITULO 98




Pedro

Paula no estuvo de acuerdo con mi idea de quedarnos en nuestra habitación desnudos todo el día. Insistió en que nos vistiéramos y pasáramos el tiempo con Luca. Yo opinaba que él entendería mi deseo de permanecer encerrado con Paula, pero ella discrepó. 
Así demostró lo poco que sabía de la vida de mi padre como estrella de rock.
La dejé secándose el pelo y me dirigí escaleras abajo para comenzar a preparar el desayuno. Ella no había comido mucho anoche en la fiesta, luego había vuelto a casa y se fue a dormir antes de que pudiera cenar.
Luca estaba de pie en la cocina sacando artículos de la nevera y colocándolos en la isla. 
Me quedé ahí y lo observé un momento tratando de
averiguar qué estaba haciendo. Sacó la leche, luego hizo una pausa y me miró.
—Buenos días. No estaba seguro de que saldrías de la habitación hoy, por la forma en que la perseguiste anoche escaleras arriba cuando se fue. 
Iba a tentarlos a ambos con el desayuno.
Me apoyé atrás del mostrador y crucé los brazos sobre mi pecho. 
—Traté de mantenerla arriba conmigo. Insistió en venir a verte —expliqué.
Luca rió. —De tal palo, tal astilla.
—Yo no soy como tú. La mujer que deje embarazada llegará a quedarse en mi corazón. Me casaré con ella y pasaré el resto de mi vida haciendo todo lo posible por hacerla sonreír.
Luca cerró la puerta de la nevera y me estudió. Podía decir que él no esperaba que palabras como esas salieran de mi boca. La última vez que había pasado tiempo con él había tenido una chica diferente en mi cama todas las noches.
—¿Qué la hace diferente? Has estado con muchas chicas. ¿Por qué ella? —Si él no estuviera verdaderamente curioso, me habría cabreado. Pero sólo me conocía antes de Paula.
—Cuando entró en mi casa por primera vez y puse los ojos en ella, me sentí atraído. Esa parte fue fácil. Pero luego llegué a conocerla. No era como cualquier otra chica que hubiera conocido alguna vez. Estaba tan decidida cuando debería haber estado desanimada. Su vida le había dado una mierda y estaba luchando por vivir. No estaba dispuesta a dar marcha atrás o rendirse. 
La admiraba. Entonces logré probarla y me hundí. 
Ella es todo lo que quiero ser.
Una lenta sonrisa se extendió por el rostro de Luca y luego asintió. 
—Bueno, está bien, entonces. Supongo que sabes más acerca de la vida que tu viejo porque ninguna mujer me hizo sentir así. Me alegra que lo encontraras. 
Eso es raro, chico,así que agárrate fuerte. No va a llegar otra vez.
Nunca tuve la intención de dejarla ir. Luca miró a su alrededor. 
—¿Dónde están los tazones para mezclar? Voy a hacerle a la mamá de mi nieto unos huevos revueltos.
Mi corazón se apretó. —En el segundo estante a la izquierda de la cocina.
—Tú haz el tocino. Ella necesita proteínas —dijo mientras conseguía un tazón.
No iba a discutir. Siempre me aseguraba de que comiera bien en las mañanas. —Querrá waffles, también. Tengo una plancha para eso —dije.
Luca asintió. —Es bueno saber que has estado cuidando de ella.
Trabajamos en silencio durante unos minutos. Quería preguntarle sobre Dani y Mateo, pero no quería que Paula bajara y fuera lo primero que escuchara. Me gustaba que disfrutara su desayuno. Hablar sobre Daniela nunca era una experiencia agradable.
—Supongo que sabes que Federico ha estado viendo a Daniela—dijo Luca mientras batía los huevos.
Me quedé helado. ¿Qué? ¿Lo había oído bien?
—Le advertí que estaba tan loca como su mamá y que necesitaba correr como el infierno. Sé que es tu hermana y la quieres, pero la chica es como un veneno. Un muchacho como Federico no necesita eso. 
Él siempre ha sido un buen chico. Odio ver que lo mastica y lo escupe.
Todavía no podía encontrar las palabras. 
Federico y Daniela... ¿cómo diablos había sucedido eso? Si alguien sabía lo inestable que era Dani, era Federico. 
Había crecido viendo la mierda que había sido transmitida por mi madre y el padre que nunca la reconoció.
—Federico trató de venir a hablar con ella, pero huyó con un chico que había conocido en un club, justo en frente de él. Creo que se hartó. Se alejó de ella. O eso espero.
Finalmente bajé la mezcla de waffles porque había estado de pie allí sosteniéndola mientras miraba a mi padre como si estuviera hablando tonterías. 
¿Federico... estaba con Daniela? —La incredulidad en mi voz llamó la atención de Luca.
Se volvió para mirarme.
—Sí. Adivino por la mirada en tu cara que no lo sabías. Han estado saliendo por un tiempo, por lo que sé. El pobre hombre parecía realmente interesado en ella.
Pero Daniela es como su mamá. Federico tiene suerte de salir ahora.
—¿Cómo?
Luca sacudió la cabeza. —Me preguntaba lo mismo.
No podía hablar de esto con él. Salí de la cocina hacia las puertas dobles que conducían al porche trasero. Una vez que estaba fuera, saqué mi teléfono y marqué el número de Federico. Nos contábamos todo el uno al otro. Sin embargo, él había estado saliendo con mi hermana y nunca dijo una palabra.
—Hola, hermano —me saludó su voz alegre.
—Sé lo de Daniela —fue todo lo que dije.
Federico dejó escapar un suspiro de cansancio. —Tenía la esperanza de que yo podría contarte al respecto. Quería hacerlo. Es sólo que... ella no quería que lo hiciera, y luego tuvo el accidente. Entonces, bueno... se acabó. 
Ha dejado muy claro que no quiere nada serio conmigo. No puedo soportar que se acueste con cualquiera. No fue sólo sobre sexo. Yo nunca habría hecho eso con Daniela. Ya lo
sabes. Realmente me gustaba. Tal vez me importaba demasiado.
Me dejé caer en la silla a mi lado y me quedé mirando el océano. —¿Por qué no me lo dijiste?
—Quería hacerlo. Ella me imploró que no te contara. Me importaba ella, Pedro. Quería que funcionaran las cosas. Hice lo que me pidió. Pero me sentía como una mierda mintiéndote al respecto.
¿Le había importado Daniela? Guau.
Luca dice que has terminado con ella.
—Ella terminó conmigo. No puedo jugar a sus juegos.
Amaba a mi hermana, pero también quería a Federico
Ella le rompería el corazón. No era buena para él. Mi padre tenía razón. Federico necesitaba a alguien que lo pudiera amar. No estaba seguro de que Daniela fuera capaz de eso. El alivio de que hubiera terminado con ella no era porque no los quería juntos, sino porque odiaba pensar en Daniela haciéndole a Federico, lo que mi madre hizo en su pasado a los hombres que la amaban. Federico merecía más que eso.
—Ella no puede hacer feliz a nadie hasta que encuentre una manera de ser feliz. Ahora tiene tanto resentimiento, que hará miserable a cualquier persona que se le acerque demasiado. No dejes que te haga eso.
Federico se mantuvo en silencio por un minuto. 
—No siempre es una perra.
Una parte de mí estuvo enamorado de ella por un momento. Luego terminó por recordarme lo difícil que sería amarla.
—Amo a mi hermana. Pero te mereces más. Daniela no está completa. En realidad, no. Tiene demasiados problemas.
—Gracias. Pensé que esta conversación iría muy diferente. No esperaba que estuvieras preocupado por mí.
—Eres mi hermano. Quiero lo mejor para ti también. Quiero que tengas lo que yo tengo. Vé a buscar eso.
Federico dejó escapar una risa que sonaba como que no creía que eso fuera posible. —Esa es una tarea muy difícil de cumplir.

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