domingo, 7 de diciembre de 2014

CAPITULO 162






Daniela llegó acechando del salón de baile. Sus ojos me encontraron de pie allí solo, y la furia que sabía que hervía bajo la superficie explotó. —¿Cómo pudiste hacerme esto? —demandó—. Esta era mi noche. Sólo necesitaba que la ignoraras por una noche, y no pudiste hacerlo. ¡Ni siquiera por una hora! 


—Solo para —dije, levantando mi mano. No me encontraba listo para esto. Tenía que encontrar a Paula.


—No me digas que pare. Me humillaste ahí. Amenazaste a mi amiga, un miembro de este club, ¡porque una camarera fue torpe!


Di un paso hacia Daniela—Lorena arrojó esa bandeja sobre ella. Lo sabes. Paris lo vio.Isabel lo vio. No me corrijas.


Pasos me interrumpieron antes de que pudiera decir algo más. Me giré para ver a Paula, aun cubierta de esa mierda, luciendo como si quisiera meterse en el hoyo más cercano. 


Se alejó rápidamente hacia la puerta de salida.


Paula, espera —llamé. Tenía que hablar con ella.


—Deja que se vaya, Pedro—exigió Daniela.


—No puedo —respondí, y corrí tras de ella.


La puerta se cerró detrás de Paula, pero la abrí y la seguí.


Paula, por favor, espera. Habla conmigo —supliqué.


Dejó de caminar, y la alcancé. Me estaba dando una oportunidad.


—Lo siento, pero te equivocas. No te ignoré ahí. Pregúntale a cualquiera. Mis ojos nunca te dejaron. Si había alguna duda en la mente de alguien de lo que sentía por ti, el hecho de que no pudiera apartar la mirada de ti mientras caminabas alrededor de esa habitación, debería haberlas disipado. —Tenía que decir esto bien. No podía joderlo.
Necesitaba que entendiera cómo me sentía—. Entonces, vi la mirada en tu rostro cuando viste a Isabel con Jose. Algo dentro de mí se desgarró. No sabía lo que estabas
pensando, pero sabía que te estabas dando cuenta de lo erróneo de esta noche. Nunca deberías de haber estado allí, sirviendo a todos. Debías haber estado a mi lado. Te quería a mi lado. Estaba tan malditamente tenso esperando a que alguien hiciera un movimiento en falso hacia ti que me olvidé de respirar la mayor parte del tiempo.


Mi mirada cayó a sus puños cerrados a los costados. Odiaba verla así. Pasé un dedo por su mano.


—Si me puedes perdonar, prometo que esto nunca volverá a suceder. Amo a Daniela. Pero estoy cansado de complacerla. Es mi hermana y tiene algunos problemas que
necesita resolver. Le he dicho que voy a hablar contigo acerca de todo. Hay algunas cosas que necesitas saber. —No quería decir eso, pero tenía que hacerlo. Iba a perderla
si no se lo decía ahora. Le diría que la amaba en primer lugar. Quería que lo supiera—. Estoy lidiando con el hecho de que puedes alejarte de mí una vez que las conozcas y
nunca mirar atrás. Eso me asusta como el infierno. No sé qué es esto que está pasando entre nosotros, pero desde el momento en que puse mis ojos en ti supe que ibas a cambiar mi mundo. Estaba aterrorizado. Cuanto más te miraba, más te acercabas. No parecía acercarme lo suficiente.


—Está bien —dijo simplemente.


¿Qué significaba eso? —¿Está bien? —pregunté.


Asintió. —Está bien. Si realmente quieres mantenerme tan desesperadamente que estás dispuesto a abrirte a mí, entonces está bien.


Una sonrisa tocó mis labios. Maldición, siempre me hacía sonreír. —¿Te enseño mi alma y lo único que consigo es un “esta bien”? —pregunté.


—Has dicho todo lo que necesitaba oír. Ahora estoy enganchada. Me tienes. ¿Qué vas a hacer conmigo?


El alivio que corrió a través de mí hizo que mis rodillas se debilitaran. Tenía que mantener la calma. No podía asustarla con mi intensidad. Demonios, a mí me asustaba.


—Estoy pensando que sexo en el hoyo dieciséis junto al lago estaría bien.


Paula ladeó su cabeza y actuó como si estuviera considerándolo. —Mmm… el  problema es que tengo que cambiarme e ir a trabajar en la cocina por el resto de la
noche.


No es lo que quería escuchar. —Mierda.


Se acercó a mí y presionó un beso en mi mandíbula. —Tienes una hermana a quien acompañar —dijo.


No iba a soportarlo esta noche. —Todo en lo que puedo pensar es estar dentro de ti. Tenerte apretada contra mí y oírte haciendo esos pequeños gemidos sexis.


El deseo brilló en los ojos de Paula mientras sus pupilas se dilataban.


Decidí seguir hablando, ya que eso le gustaba. —Si pudiera alejarme de ti, fácilmente te llevaría a esa oficina y te presionaría contra la pared y me enterraría profundamente dentro de ti. Pero no puedo tener un rapidito contigo. Eres demasiado adictiva.


Las manos de Paula seguían en mis hombros. Los apretó, y su respiración se dificultó.


—Cámbiate. Estaré aquí, así no estaré tentado. Luego, te acompañaré de regreso a la cocina —dije.


Tomó una respiración profunda, luego retrocedió y fue a cambiarse.


La tentación de entrar ahí con ella y hacerle el amor antes de enviarla de vuelta al trabajo era difícil de ignorar. Pero quería terminar de trabajar esta noche. Era importante para ella. Quería demostrarle que lo que era importante para ella era importante para mí.


Cuando volvió a salir, llevaba un uniforme limpio y me sonreía.


—¿Segura que no quieres llevarme de vuelta al hoyo dieciséis? Prometo que seré rápido. Sólo déjame lamer tu coño hasta que te corras.


Paula tembló y dejó escapar un suspiro tembloroso. —Pedro, no digas eso. No puedo. Tengo que volver al trabajo, y no quiero a Marcos preguntándose por qué soy un revoltijo de nervios.


Sonriendo, alcancé su mano y pasé mis dedos sobre ella. —Estás limpia —le dije bromeando.


Paula se rio. —Estoy segura que huelo mejor ahora, también —dijo.


La tiré a mi lado y agaché la cabeza para inhalarla. —Siempre hueles increíble, dulce Paula.


Se inclinó hacia mí, y moví mi mano para pasarla sobre sus hombros mientras la acompañaba de vuelta al edificio y a la puerta de la cocina.


—Voy a besarte. Sé que estás en el trabajo, pero ahora mismo, simplemente no me importa. Necesito probarte. —Me agaché para presionar mis labios contra los suyos.


Lamí su labio inferior, tiré de él en mi boca y lo chupé, luego lo solté con un renuente besito.


Paula me lanzó una última sonrisa antes de dejarme ahí de pie, sin ella.



* * *


Atravesar las propuestas y terminar la noche había sido un infierno. Pero lo había hecho, y Daniela parecía feliz. Habló todo el camino de regreso a casa sobre un viaje de compras que quería hacer a París y me preguntó si tenía contacto con mamá últimamente.


Cuando Daniela se marchó, dejé escapar un suspiro de alivio y entré a la casa. Paula estaría en casa pronto, y le daría ese masaje. Ella lo necesitaba más ahora. Había estado corriendo todo el maldito día.


Pasé por la cocina en mi camino a las escaleras. La botella vacía de cerveza y la copa de vino en el bar me detuvo. En ese momento, el mundo se sentía como si hubiera dejado de girar, y se moviera en cámara lenta hacia el cristal.


El familiar lápiz labial rojo en el cristal me revolvió el estómago. Joder, no. Aún no. Dios, todavía no. Necesitaba esta noche. Hijo de puta. Necesitaba una noche más.


Ella no se encontraba lista. Tenía que planear esto. ¡Mierda!


Me dirigí a las escaleras y las subí de dos peldaños a la vez, necesitando verlo por mí mismo. Mientras caminaba por el pasillo, vi que la puerta de la habitación de mi madre estaba cerrada. Se encontraban ahí. Sabía que lo estaban. Esa puerta por lo general quedaba abierta. No toqué la puerta. Tenía miedo de verlos. Tenía miedo de que destruyeran esto. Le dirían todo y la alejarían de mí.


No.


Dios, no.


No, no, no.




4 comentarios:

  1. Espectaculares los 2 caps!!!! Me encanta esta versión de Pedro!!!!!!!

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Muy buenos capítulos! acá es donde explota todo!!! Pobre Pedro! estaba tan contrariado con todo también!

    ResponderEliminar