lunes, 20 de enero de 2014
CAPITULO 130
Paula
Le tenía miedo a la agujas. Había decidido meses atrás que no me iban a clavar una gran aguja en mi espalda. En este momento, estaba pensando que podría haber sido una mala decisión. Porque sentía como si mis entrañas estuvieran siendo desgarradas.
No ayudaba el hecho de que cada vez que necesitaba gritar, Pedro enloquecía completamente. Necesitaba calmarse como la mierda. Tenía que gritar para lidiar con esto. Nunca más me quejaría por el dolor menstrual. Esos eran una
caminata en el parque comparado con esto.
Otra ola me golpeó y agarré con mi puño las sábanas y dejé salir otro grito de dolor. La última vez que la enfermera me comprobó, tenía siete centímetros de dilatación. Necesitaba llegar a diez, maldición.
—¿Necesito llamar a la enfermera? ¿Puedo conseguirte un poco de hielo? ¿Quieres apretar mi mano? —Pedro seguía haciéndome preguntas. Sabía que sus intenciones eran buenas, pero por el momento no me importaba. Me levanté, tomé su camiseta y bajé su cara hacia la mía.
—Alégrate de que no tengo mi arma porque ahora mismo estoy pensando en las diferentes maneras en que puedo conseguir que te calles. Déjame gritar y retrocede —le espeté y agarré mi estómago mientras otra contracción llegaba.
—Hora de comprobarte de nuevo —dijo la alegre enfermera con el cabello rojo brillante recogido en coletas mientras rebotaba en la habitación. Ella también necesitaba alegrarse de que no tuviera mi arma.
Porque sería la siguiente en mi lista.
Cerré mis ojos, esperando no tener una contracción mientras ella estaba allá abajo porque podría patearla en la cara.
—¡Oh! Ya estamos en diez y listos para rodar. Déjame llamar al doctor. No pujes —me dijo una vez más. Me habían dicho que no pujara durante la última hora. Todo lo que mi cuerpo quería hacer era pujar. El doctor necesitaba apurar su culo.
Pedro estaba anormalmente callado. Levanté la mirada hacia él y, en este momento, su rostro me recordó al de un niño pequeño. Lucía asustado y nervioso.
Me sentí mal por gritarle pero el sentimiento no duró mucho cuando otra contracción me golpeó y esta vez fue peor. No me había dado cuenta que podía ser peor.
El médico calvo entró y me sonrió como si esto fuera algo bueno. —Es hora de sacar a ese pequeño niño de allí y traerlo al mundo. —Sonaba tan alegre como mi enfermera. Bastardo.
—Puedes o venir aquí y observar, siempre y cuando no estés mareado, o puedes permanecer ahí mientras ella puja —dijo el doctor a Pedro.
Pedro dio un paso hacia la cabecera, se agachó y puso mi mano en la suya. — Me quedaré con ella —dijo y le dio un suave apretón a mi mano.
El estímulo hizo que me dieran ganas de llorar. Había trabajando tan duro en hacer que las cosas fueran más fáciles para mí, y lo había amenazado con dispararle. Era una esposa horrible. Sollocé y él instantáneamente estaba a mi lado.
—No llores. Está bien. Puedes hacer esto —dijo, luciendo decidido y listo para entrar en batalla.
—Fui mala. Lo siento —dije conmovida.
Él sonrió y besó mi cabeza. —Estás pasando por un increíble dolor y si golpearme te hace sentir mejor, dejaría que lo hagas.
Quería besarlo pero entonces otra contracción llegó.
—¡Puja! —ordenó el doctor e hice lo que me dijeron.
***
Varias maldiciones y empujes después oí el sonido más hermoso en el mundo.
Un llanto.
El llanto de mi bebé.
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Qué hermosos los 2 caps!!!! Espero los siguientes!!!
ResponderEliminarque hermosos cap me encantaron besos espero los siguientes
ResponderEliminarHermosos capítulos!!!
ResponderEliminarLindos capitulos !! pero me mato lo que le dijo Pau a Pedro ja ja ja .. me la imagino tal cual
ResponderEliminarHermosos capítulos! Es la primera vez que leo un parto tan real!!! jajaja pobre Pedro!
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