martes, 14 de enero de 2014

CAPITULO 115




Paula

Pedro aún no había vuelto. No había contestado a mis llamadas ni mensajes. Había estado en el doctor por más de cuatro horas y él no se había comunicado conmigo ni una vez. Mi bebé estaba bien, pero el médico dijo que tenía que descansar, beber más líquidos y eliminar el estrés. 
El siguiente paso sería reposo total en cama si no cumplía con esto. Quedarme aquí y hacer frente a Daniela no iba a ayudarme. Tenía que irme. Eché un vistazo a mi teléfono para asegurarme de que no me había perdido ninguna llamada desde la última vez que lo había comprobado hacía tres minutos.
Estaba tratando de no preocuparme por Pedro. Tenía que reducir mi estrés. Mi bebé me necesitaba.
Carolina había estado muy callada en el coche. Sabía que ella no tenía idea de qué decir. 
Pedro nunca había aparecido o llamado. Ella también había intentado llamarlo. Su silencio era lo que necesitaba. No quería hablar de ello.
Volver a Rosemary no sonaba atractivo. 
En este momento, quería alejarme también de Pedro. Rosemary sólo haría que lo echara de menos y pensara en él. Un golpe en la puerta interrumpió mis pensamientos y la abrí. Luca estaba en el otro lado con aspecto cansado.
—Pedro llamó a Mateo y le hizo saber que llamó a Georgina para que viniera aquí. Esperamos que llegue pronto. No sé cuánto tiempo va a llevarle llegar aquí o dónde está, para empezar. Sólo pensé que podrías querer saber que la malvada reina estaba de camino aquí.
Pedro había llamado a Mateo fue todo lo que escuché. 
—¿Cuándo llamó Pedro?
—Hace una hora, más o menos, supongo. Me lo acaba de decir.
Pedro estaba bien. Tenía su teléfono. Simplemente estaba eligiendo no responderme. Una vez más, me encontré con la brutal verdad de que Daniela era más importante. Asentí con la cabeza y cerré la puerta.
Busqué en mi lista de contactos hasta que encontré el número de mi papá.Contestó al segundo timbrazo.
—¿Paula? —Su voz sorprendida sólo me recordó lo poco que le había llamado. Podía oír el viento de su bote.
—Papá, necesito irme lejos. ¿Puedo ir a visitarte? —pregunté, negándome a llorar. Ya había hecho una llamada como ésta una vez antes, y aunque me había defraudado, al final yo había pensado que había encontrado la verdadera felicidad.Ya no estaba tan segura.
—Por supuesto. ¿Qué está mal?
—No puedo soportarlo más. Necesito un lugar para pensar.
—Ve al aeropuerto de Key West y estaré allí esperándote. Solo déjame saber cuándo aterrizará tu avión.
—Está bien, voy a llamarte con la información tan pronto como la sepa.Gracias.
—No me lo agradezcas. Soy tú papá. Es para lo que estoy aquí.Cerré los ojos con fuerza y colgué el teléfono. Realmente estaba a punto de dejar a Pedro. Mi corazón se rompió con el pensamiento. Después de reservar mi vuelo, empaqué mi ropa rápidamente y llamé a un taxi.
Sabía que lo más razonable sería dejarle una nota a Pedro, pero estaba demasiado enojada con él ahora mismo. Le enviaría un mensaje más tarde. Tal vez después de que él decidiera que devolver mis llamadas era importante.
Nadie me vio mientras salía de la casa y subía al taxi. Estaba agradecida. No quería dar explicaciones. No tenía que hacerlo.

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