CAPITULO 17
Por qué no regresas a la fiesta y encuentras a un chico estúpido a quien encajarle las garras, Lorena?
Antonio se movió hacia la puerta donde la mayoría de la fiesta estaba pasando con sus manos todavía firmes en mi cadera, forzándome a ir con él.
—Creo que debería ir a mi habitación. No debí haber salido aquí está noche—dije, tratando de detener nuestra entrada en la fiesta. No necesitaba entrar allí con Antonio. Algo me decía que sería una mala idea.
—¿Por qué no me muestras tu habitación? Me gustaría escapar, también.-Sacudí mi cabeza. —No hay suficiente habitación para ambos.
Antonio se echó a reír e inclinó su cabeza para decirme algo al oído mientras mis ojos se encontraban con la mirada plateada de Pedro. Él me estaba mirando fijamente. No parecía feliz. ¿Había sido su invitación por educación y no
perfectamente planeada? ¿Yo lo había malinterpretado?
—Necesito irme. No creo que Pedro me quiera aquí. —Me giré y levanté la vista hacia Antonio y salí de su abrazo.
—No tiene sentido. Estoy seguro que está muy ocupado como para preocuparse por lo que estás haciendo. Además, ¿por qué no te querría en la fiesta de su otra hermana?
Ahí estaba la cosa de la hermana de nuevo ¿Por qué Federico me había dicho que Pedro no tenía hermanas? Dani era obviamente su hermana.
—Yo, uh, bien, él de hecho no me considera como de la familia. Solo soy el pariente indeseado del nuevo esposo de su madre. De hecho, solo estaré aquí por un par de semanas más hasta que pueda mudarme por mi cuenta. Soy un habitante indeseado en esa casa. —Forcé una sonrisa, esperado que Antonio pillará la idea y me deje ir.
—No hay nada sobre ti que sea indeseado. Ni siquiera Pedro es tan jodidamente ciego —dijo Antonio, acercándose a mí otra vez mientras yo me alejaba.
—Ven aquí, Paula. —El tono demandante de Pedro provino detrás de mí mientras una mano grande se deslizaba alrededor de mi brazo y me jalaba contra él—. No esperaba que vinieras esta noche. —La advertencia en su tono me decía que yo había malinterpretado su invitación. Su invitación no fue sincera.
—Lo siento. Pensé que dijiste que podía venir —susurré avergonzada de que Antonio estuviese oyendo esto. Y que otros estuvieran mirando. La primera vez que decidí ser valiente y salir de mi caparazón y esto pasa.
—No esperé que te aparecieras vestida así —respondió con una mortal calma. Sus ojos se encontraban todavía dirigidos hacia Antonio. ¿Qué está mal con mi ropa? Mi mamá se había sacrificado por mí para tener este vestido y nunca me
lo había puesto. Sesenta dólares era mucho dinero para nosotras cuando ella me lo compró. Estaba harta de este estúpido montón de niños malcriados actuando como
si yo estuviera usando algo repulsivo. Amaba este vestido. Amaba estos zapatos.
Mis padres habían sido felices y estuvieron enamorados una vez. Estos zapatos eran parte de eso. Malditos todos ellos, que se vayan al infierno.
Me solté de Pedro y me dirigí a la cocina. Si él no me quería aquí para que sus amigos se rieran de eso, entonces debió de habérmelo dicho. En su lugar, me había hecho sentir como una idiota.
—¿Cuál es tu jodido problema, hombre? —preguntó Antonio con furia. No miré atrás. Esperaba que ellos se agarraran a golpes. Esperaba que Antonio rompiera la odiosa y perfecta nariz de Pedro. Lo dudaba, ya qué aunque Pedro fuera uno de ellos, él lucía muy poco sofisticado.
—Paula , espera —gritó Federico y yo quise ignorarlo, pero era lo más cercano que tenía a un amigo aquí. Disminuí el paso cuando llegué al vestíbulo, lejos de todos los espectadores, y dejé que Federico me alcanzara.
—Eso no fue lo que tú crees fue —dijo Federico, viniendo detrás de mí. Quería reírme. Él se encontraba muy cegado en lo que a su hermano respecta.
—No importa. No debería haber venido. Debí haber sabido que él no me invitaba en serio. Desearía que hubiera sido claro diciéndome que me quedara en mi habitación, donde él quería que me quedara. No entiendo sus juegos de
palabras —espeté y seguí hacia la cocina y directo a la bodega.
—Él tiene problemas. Le concederé eso, pero te estaba protegiendo en su extraña jodida manera —dijo Federico cuando mi mano encontró la fría manija de metal en la puerta de la bodega.
—Sigue pensando lo mejor de él, Federico. Eso es lo que los buenos hermanos hacen —respondí y tiré de la puerta y la cerré detrás de mí. Después de unas profundas respiraciones para aliviar el dolor en mi pecho, entré en mi habitación y me hundí en la cama.
Las fiestas no eran lo mío. Está era la segunda en la que había estado en una y la primera no había sido mucho mejor. De hecho, era probablemente la peor.
Había ido para sorprender a Facundo y yo fui la sorprendida. Lo encontré en la habitación de Samantha con sus pechos desnudos en la boca. No estaban teniendo sexo, pero definitivamente iba a llegar a eso. Cerré la puerta
silenciosamente detrás de mí y hui por la puerta trasera. Algunas personas me vieron y supieron que había entrado. Facundo apareció en mi casa una hora después, rogándome que lo perdonara y llorando mientras se arrodillaba.
Le había amado desde que tenía trece años y le di mi primer beso. No podía odiarlo. Sólo lo deje ir. Ese fue el final de nuestra relación. Alivié su conciencia y quedamos como amigos. Algunas veces, él se quebraba y me decía que me amaba y que quería volver, pero casi todo el tiempo tenía una chica diferente en el asiento de atrás de su Mustang. Yo era solo un recuerdo de la infancia.
Esta noche nadie me había traicionado. Solo había sido humillada.
Inclinándome, me quité los zapatos de mi madre y los coloqué con cuidado en la caja, ella siempre los había guardado ahí. Luego los puse de regreso en mi maleta.
No debí haberlos usado esta noche. La próxima vez que use sus zapatos sería especial. Sería para alguien especial.
Lo mismo sería para este vestido. Cuando volviera a usarlo sería para alguien que me amara y pensara que yo era hermosa. La etiqueta del precio en mi vestido no importaría. Me estiraba para bajar la cremallera cuando la puerta se
abrió y el umbral estuvo lleno con Pedro. Un muy furioso Pedro.
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