sábado, 14 de diciembre de 2013
CAPITULO 45
Di el primer paso y me detuve. ¿Podría enfrentarme a él? ¿Me pediría que me fuera? ¿Sabría que había dormido con Pedro? ¿Daniela tendría a su madre odiándome, también? No había tenido tiempo para trabajar a través de todo esto.
Mi padre dijo mi nombre y sabía que tenía que ir allí y hacerle frente a esto.
Fuera lo que fuera. Me esforcé por cada paso. Caminé a través del vestíbulo y me detuve una vez que los oí con claridad. Necesitaba saber en lo que me estaba metiendo.
—No puedo creerlo, Pedro. ¿En qué estabas pensando? ¿Sabes quién es? ¿Lo que significa ella para ésta familia? —Estaba hablando su madre. Nunca la había conocido, pero lo sabía.
—No puedes hacerla responsable. Ella ni siquiera había nacido todavía. No tienes ni idea de todo lo que ha pasado. Lo que ÉL la ha hecho pasar. —Pedro estaba enojado.
Comencé a caminar hacia la puerta, pero me detuve. Espera. ¿Qué significo para esta familia? ¿De qué estaba hablando ella?
—No vayas por ahí todo arrogante y soberbio. Fuiste tú el que fue y lo encontró para mí. Así que todo lo que él la hizo pasar —espetó—, tú lo empezaste. ¿Después vas y duermes con ella? En serio, Pedro. Dios mío, ¿en qué estabas pensando? Eres igual que tu padre.
Extendí la mano para agarrar el marco de la puerta de apoyo. No sabía lo que se avecinaba, pero mi respiración se estaba volviendo poco profunda. Podía sentir el pánico creciente en mi pecho.
—Recuerda quién es dueño de esta casa, madre. —Esa fue la clara advertencia de Pedro.
Su madre soltó una carcajada ruidosa. —¿Puedes creer esto? Se está volviendo en mi contra por una chica que acaba de conocer. Miguel, tienes que hacer algo.
Se hizo el silencio. Entonces, mi padre se aclaró la garganta. —Es su casa, Georgy. No puedo obligarlo a hacer nada. Debí haber esperado esto. Ella es tan parecida a su madre.
—¿Qué se supone que significa eso? —rugió la mujer.
Mi padre suspiró. —Ya hemos pasado por esto antes. La razón por la que te dejé por ella era porque tenía este magnetismo por ella. Me parecía que no podía dejarla ir…
—YA LO SÉ. No quiero volver a oírlo. La querías tan desesperadamente que me dejaste embarazada con un montón de invitaciones de boda para anular.
—Cariño, cálmate. Te quiero. Sólo estaba explicando que Paula tiene el carisma de su madre. Es imposible no sentirse atraído por ella. Y ella es tan ciega como su madre. No puede evitarlo.
—¡AH! ¿Nunca me dejará en paz esa mujer? ¿Siempre arruinará mi vida? Se ha ido, por el amor de Dios. Tengo al hombre que amo de nuevo y nuestra hija tiene finalmente a su padre y ahora esto. Vas y duermes con esta, ¡esta chica!
Mi cuerpo estaba entumecido. No me podía mover. No podía tomar un respiro profundo. Todavía estaba soñando. Eso era todo. No había despertado todavía. Cerré los ojos con fuerza, obligándome a despertar de este sueño enfermo
y retorcido.
—Una palabra más contra ella y tendrás que irte. —El tono de Pedro era frío y duro.
—Georgy, cariño, por favor, cálmate. Paula es una buena chica. Su estancia aquí no es el fin del mundo. Ella necesita un lugar donde quedarse. Ya te lo expliqué. Sé que odias a Alejandra, pero ella era tu mejor amiga. Ambas habían sido
amigas desde que eran niñas. Hasta que llegué y arruiné todo lo de ustedes, eran como hermanas. Esta es su hija. Ten un poco de compasión.
No. NO. No. No. No. No acabo de oír eso. Esto no es real. Mi madre nunca había separado la boda de alguien. Nunca hubiera dejado a mi padre abandonar a una mujer que estaba embarazada de su hijo. Mi madre era una mujer compasiva, dulce. Ella nunca, nunca hubiese dejado que eso sucediera. No podía estar aquí y escucharlos hablar de ella de esa manera. Estaban equivocados. No la conocían. Mi padre había estado fuera tanto tiempo que había olvidado lo que realmente sucedió.
Solté el agarre de muerte que tenía en el marco de la puerta y me dirigí a la habitación donde estaban deshonrando el nombre de mi madre.
—¡NO! Todos ustedes cierren la boca —grité. La sala quedó en silencio.
Encontré a mi padre y estabilicé mi mirada enojada sobre él. No había nadie más por aquí que importara en estos momentos. No la mujer que escupió mentiras sobre mi madre o el hombre que amaba. Al que le había dado mi cuerpo. El que me había estado mintiendo.
—Paula—La voz de Pedro sonó lejos. Tendí la mano para detenerlo. No lo quería cerca de mí.
—Tú —Señalé con mi dedo a mi padre—, sólo estás dejándolos mentir sobre mi madre —grité. No me importaba si parecía una lunática. Odiaba a todos en estos momentos.
—Paula, déjame explicarte…
—¡Cállate! —rugí—. Mi hermana, mi otra mitad, murió. Ella murió, papá.En un coche de camino a la tienda, contigo. Era como si mi alma hubiera sido tomada de mí y partida en dos. Perderla fue insoportable. Vi a mi madre lamentarse, llorar y afligirse, y entonces vi a mi padre alejarse. Para no volver
jamás. Mientras su hija y su esposa estaban tratando de recoger los pedazos de su mundo sin Valeria en él. Entonces, mi madre se enferma. Te llamo, pero no
contestas. Por lo tanto, tengo un trabajo extra después de la escuela y me pongo a hacer los pagos para la atención médica de mamá. No hago más que cuidar a mi madre e ir a la escuela. Excepto mi último año, ella se pone tan enferma que tengo que abandonar los estudios. Porque tenía a la única persona en el planeta que me amaba muriendo mientras estaba sentada y miraba sin poder hacer nada. Sostuve su mano mientras ella tomó su último aliento.
Organicé su funeral. Los vi bajarla a la tierra. Nunca llamaste. Ni una sola vez.
Luego, tuve que vender la casa que la abuela nos dejó y todo de valor en ella sólo para pagar las facturas médicas. —Me detuve y tomé un ruidoso y jadeante respiro, un sollozo se me escapó.
Dos brazos me rodearon y grité, lanzando mis brazos y alejándome.
—¡NO ME TOQUES! —No quería que me tocara. Me había mentido. Él lo sabía y me había mentido—. Ahora estoy siendo forzada a oírte hablar de mi madre, que era una santa. ¿Me oyes? ¡Ella era una santa! Todos ustedes son unos mentirosos. Si alguien es culpable de esta mierda que oigo saliendo de tu boca es ese hombre. —Señalé a mi padre. No podía llamarlo así. No ahora—. Él es el
mentiroso. No vale la tierra bajo mis pies. Si Daniela es su hija. Si estabas embarazada... —Abrí los ojos a la mujer que aún no había visto y las palabras se congelaron en mis labios. La recordaba. Me tambaleé hacia atrás y sacudí la cabeza.
No. Eso no era lo que parecía.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Buenísimos capítulos!! Creí que era mas grave, no se que Pedro tenía otra relación con Daniela!! Ojalá Pedro consiga que acepte su compañía!
ResponderEliminar