Paula
El año pasado dejé a mi madre dormir bastante, porque había estado despierta hasta tarde y enferma la noche anterior. Me había levantado temprano y había hecho su desayuno favorito, waffles de fresa con crema batida y encendí las luces del árbol.
Sería mi última Navidad con ella y lo había sabido. Me aseguré de que todo fuera perfecto.
Cuando había entrado en la sala de estar había sido recibida con fuego en la chimenea, una media llena de sus artículos derrochados favoritos, música de Navidad y yo.
Ella se rió, después lloró y me abrazó mientras nos sentábamos y comíamos nuestros desayunos antes de abrir los regalos.Había querido comprarle muchas cosas, pero el dinero había estado escaso, y usando mis habilidades creativas dispersas le había hecho un álbum de Valeria y yo creciendo.
Mamá había sido sepultada con él en sus manos.
Ese año había hecho todo lo posible para que mi madre estuviera orgullosa de mí.
Había momentos en el que su villancico favorito sonaba y tenía que reprimir el impulso de ir a acurrucarme en posición fetal y llorar. Pero ella me hizo prometerle algo el año pasado, también sabía que era su última Navidad y me pidió que le hiciera un favor; la siguiente Navidad yo celebraría lo suficiente por las dos. Había hecho mi mejor esfuerzo.
Mis ojos se abrieron antes del amanecer esta mañana y me las había arreglado para salir de la cama sin despertar a Pedro.
Necesitaba tiempo para estar sola. Para recordar. Sabía que si mi madre me pudiera ver ahora, estaría muy feliz por mí. Estaba casada con el hombre que amaba. Iba a ser madre y había perdonado a mi papá. Sostuve mi café cerca y puse mis piernas debajo de mí cuando me senté en el sofá, frente al árbol decorado de colores. Esta foto de mi vida habría sido la que mi mamá quería para mí.
No me sequé las lágrimas de mi cara, porque no todas eran tristes, algunas eran felices. Algunas eran agradecidas y otras eran recuerdos.
Disfruté el silencio y miré el amanecer por la ventana. Pedro me querría en la cama para cuando despertara. Tendría que colarme de nuevo después de que terminara mi café y me lavara los dientes.
Este año quería que la Navidad fuera perfecta para él, era nuestra primera y esta era yo colocando un precedente para los años siguientes.
—Despertarte en Navidad sin tu regalo favorito en la cama apesta. —La somnolienta voz de Pedro me sorprendió y miré hacia atrás para verlo entrar a la sala de estar. Se había puesto un par de pantalones de chándal, pero eso era todo.
Su pelo estaba desordenado por dormir y sus ojos seguían entrecerrados.
—Lo siento, me iba a colar de nuevo en la cama después de ver la salida del sol —le dije, mientras se sentaba en el sofá junto a mí y me ponía a su lado.
—Me habría levantado y observado contigo si lo hubieses pedido —dijo,con la barbilla apoyada en la parte superior de mi cabeza.
Estaba casi segura que hubiera hecho cualquier cosa que le hubiese pedido, y es por eso que lo dejé dormir. —Lo sé —le contesté.
Pedro pasó su mano de arriba abajo por mi brazo izquierdo. —¿Necesitabas un tiempo a solas? —preguntó. La comprensión de su pregunta me dijo que no necesitaba detalles. Él lo sabía.
—Sí —le contesté.
—¿Necesitas un poco más?
—No —dije sonriéndole.
—Bien, porque no iba a desaparecer tan fácilmente.
Me reí y puse la cabeza contra su pecho. —Es una hermosa mañana.
—Sí, lo es —Estuvo de acuerdo e inclinó su cabeza hacia abajo, a mi oído—. ¿Puedo darte uno de tus regalos ahora? —preguntó.
—¿Requiere que estemos desnudos? —pregunté en broma.
—Eh, no… pero si deseas desnudarte, nena, siempre estoy a favor de eso —respondió.
Sorprendida, me di la vuelta en sus brazos y lo miré.
—¿Quieres decir que quieres abrir los regalos ahora? —pregunté. Pensé que íbamos a hacer el amor primero.
—No abrirlos, exactamente. Tengo que mostrártelo —dijo, poniéndose de pie y tirando de mí con él.
Esto no era lo que yo esperaba. Asentí y dejé que me llevara de vuelta a través de la casa y de la escalera. Tal vez sí nos íbamos arriba a tener sexo, después de todo.
Pedro se detuvo en la habitación que una vez había elegido como mía. No había estado ahí desde que se la había mostrado a Caro antes de la boda.
La puerta estaba cerrada y Pedro dio un paso atrás y me hizo señas para que la abriera. Estaba realmente confundida ahora.
Di un paso adelante para girar la cerradura y dejar que la puerta se abriera lentamente. Lo primero que vi fue una cuna de madera de cerezo colocada en el medio de la habitación y un móvil elaborado con animales marinos exóticos colgados de él.
Pedro metió la mano y prendió el interruptor. En lugar de la luz que venía del techo, el móvil se iluminó y comenzó a tocar. Pero no era una canción de cuna, era la canción que Pedro había cantado para mí el día de nuestra boda.
El móvil entero iluminaba el camino hacia el techo. Todo lo que pude hacer fue cubrir mi boca en total asombro y shock, mientras entraba más en la habitación.
Luces giraban a través de las paredes mientras el móvil giraba lentamente tocando nuestra canción.
Una mecedora estaba colocada en la esquina con una manta hecha a mano encima. Una mesa para cambiar pañales, un armario y hasta una pequeña cama de día adornaban la habitación. La pintura azul suave en las paredes era perfecta,considerando que una pared era casi ventanas que daban al cielo ahora azul, y al océano.
Finalmente encontré mi voz, pero lo único que salió fue un sollozo antes de que me arrojara en los brazos de Pedro y llorara. Esto era perfecto, y él lo había hecho. Él había elegido la habitación perfecta para nuestro hijo.
—Realmente espero que esas sean lágrimas de felicidad, porque voy a ser honesto. Estaba preocupado de que estuvieras enojada. Isabel mencionó que posiblemente querías hacerlo tú misma y no había pensado en eso —dijo en un susurro bajo.
Isabel no sabía nada. Quizás a Ella le gustaría hacer esto sola pero sabiendo que Pedro se había tomado todo el tiempo y pensado en el cuarto del niño, hizo que mi corazón se hinchara hasta que pensé que iba a estallar.
—Esto es perfecto. Es precioso… oh, Pedro, a él le va a encantar. A mí me encanta —le aseguré, y después agarré su cabeza y la tiré hacia a mí para poder besarlo. Una fabulosa habitación de niños digna de revista hace que una mujer embarazada se caliente. ¿Quién iba a saberlo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario