lunes, 30 de diciembre de 2013
CAPITULO 81
Paula
Me senté mientras subían a su carrito y conducían al siguiente hoyo.
Se suponía que debía conseguir más bebidas. Mi deseo de ver a Pedro se había llevado lo mejor de mí y había tomado un pequeño tour hasta encontrarlo. Ahora, deseaba no haberlo hecho. Por primera vez esta semana me sentía enferma del estómago otra vez. No me había dicho que Emilia había sido su primera. Solo había dicho que eran viejos amigos.
Saber qué clase de viejos amigos eran no ayudaba. Era muy consciente de que Pedro tenía una cadena de chicas con las que había dormido. Era algo que sabía cuando había ido a su cama la primera vez. Pero verlo con ella. La que había sido su primera, me resultaba doloroso.
Ella había estado coqueteando con él, y él lo había hecho de vuelta.Intentando impresionarla con sus músculos. Eran lo suficientemente impresionantes sin que los flexionara y los mostrara. ¿Por qué había hecho eso?
¿Quería que ella se sintiera atraída hacia él? ¿Tenía curiosidad de cómo era ella en la cama ahora?
Mi estómago se revolvió y obligué a mi carrito a andar y me alejé de los árboles tras los que me había estado escondiendo. No había pretendido esconderme. Había tomado un atajo para ver si Pedro estaba en este hoyo.
Pero cuando lo había visto sonriéndole a Emilia y luego dejarla tocarlo había parado. No pude seguir.
Ella era parte de su mundo. Ella cabía en su mundo. En lugar de conducir un carrito de bebidas estaba jugando golf con él. Él no me podría haber invitado.
Para comenzar no tenía ni idea de cómo jugar y luego, por supuesto, yo trabajaba aquí. No podía jugar. ¿Qué estaba haciendo él conmigo? Su hermana me odiaba.
No podía ser parte de su vida. No realmente. Siempre estaría mirando desde el exterior. Odiaba como se sentía esto.
Estar con él era asombroso. En la privacidad de su casa o en mi condominio era fácil pretender que podíamos ser algo más.
Pero, ¿qué pasa cuando se me note?
¿Cuándo esté muy embarazada y esté conmigo? La gente lo sabrá. ¿Cómo lo manejará? ¿Puedo esperar que lo haga?
Llené el carrito y dejé que mi mente jugara con todos los escenarios que podrían sucedernos. Ninguno de ellos terminaba felizmente. No pertenecía a la élite. Era solo yo. La semana anterior me había permitido jugar con la idea de
quedarme. Criar este bebé con Pedro. Aunque verlo con Emilia había dolido, había sido el despertar que necesitaba. Nadie vivía en un cuento de hadas. Especialmente yo.
Para el momento en que volví, mi grupo había llegado hasta el último tramo. Sonreí y serví las bebidas e incluso bromeé con los golfistas. Nadie iba a saber que estaba molesta. Este era mi trabajo. Iba a ser buena en ello.
No le diría nada a Pedro esta noche. No tenía sentido. Él no estaba pensando con claridad. Solo pondría algo de distancia entre nosotros. No podía permitirme creer que él era mi “felices para siempre”. Era mas lista que eso.
***
No había sido capaz de llegar al final del día sin enfermarme. El calor me había afectado, pero maldita sea si Antonio se enteraba.
No necesitaba que pensara que no podía hacer mi trabajo. Isa sostuvo mi cabello mientras vomitaba en el sanitario detrás de las oficinas. De verdad la amaba.
—Te excediste —regañó mientras levantaba la cabeza de mi última arcada.
No quería admitirlo pero probablemente tenía razón. Tomé la toalla húmeda que me estaba tendiendo y limpié mi cara antes de sentarme en el suelo y recostarme contra la pared.
—Lo sé. Pero no le digas a nadie —le pedí.
Isabel se sentó junto a mí. —¿Por qué?
—Porque necesito este trabajo. El dinero es bueno. Si voy a marcharme una vez que comience a notarse entonces necesito todo el dinero que pueda ahorrar.No será fácil conseguir trabajo mientras estoy embarazada.
Isabel volvió su cabeza y me miró. —¿Todavía estás planeando irte? ¿Qué hay de Pedro?
No quería que Isa se enojara con él. Recién comenzaba a ser amable con él de nuevo.
—Lo vi hoy. Estaba divirtiéndose. Encaja. Está donde pertenece. Yo estoy donde pertenezco. No encajo en su mundo.
—¿No tiene derecho a opinar en esto? Si tú dices la palabra, él te hará mudarte a su casa y se encargará de todo. No estarías trabajando en este club y estarías a su lado en todas partes. Tienes que saber eso.
No me gustaba la idea de ser una vividora más. Su madre y hermana hacían eso. No quería serlo también. No me importaba su dinero. Solo me importaba él.
—No soy su responsabilidad.
—Discúlpame si difiero. Cuando te embarazó te convertiste en su máxima responsabilidad —dijo Isabel con un bufido.
Conocía la verdad sobre la noche que habíamos tenido sexo sin condón. Yo había ido hacia él. Lo había atacado. No había sido su culpa. Todas las otras veces él fue cuidadoso. No se lo había permitido esa noche. Fue mi error, no el suyo.
—Confía en mí cuando te digo que todo esto es mi culpa. No estuviste la noche que me embaracé. Yo sí.
—No todo puede ser tu culpa. No puedes quedar embarazada sola.
No iba a discutir con ella. —Solo no le digas a nadie que estuve enferma. No quiero que se preocupen.
—Bien. Aunque no estoy feliz por ello. Haces esto de nuevo y lo diré —advirtió.
Apoyé mi cabeza sobre su hombro. —Trato —acordé.
Isabel golpeó mi cabeza. —Eres una chica loca.
Sólo me reí, yo tenía razón.
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