lunes, 9 de diciembre de 2013

CAPITULO 33









Marcos ya estaba en la sala de personal con el delantal cuando llegué. Me dedicó una sonrisa y luego hizo un puchero con los labios.
—Uh, oh, parece que alguien tuvo una mala mañana.
No podía contarle a Marcos mis problemas. Él también conocía a estas personas. Tenía que mantener mis asuntos para mí misma. —No dormí bien — contesté.
Marcos chasqueó la lengua. —Qué vergüenza. Dormir es una cosa tan bella.
Asentí con la cabeza y me registré. —¿Hoy estoy sola? —pregunté.
—Por supuesto. Tenías esto controlado después de seguirme dos horas. Deberías pasar con facilidad este día.
Me alegraba que alguien lo pensara. Tomé una libreta para las órdenes y un bolígrafo y los metí en el bolsillo de mi delantal negro.
—Hora del desayuno —dijo Marcos con un guiño y abrió la puerta que daba al comedor—. Oh, parece que el jefe y sus amigos están en la mesa ocho. Por mucho que me gustaría ir a comerme con los ojos sus hermosos culos, te preferirían a ti. Iré a atender a la mamás del tenis mañanero en la mesa diez. Dan buenas propinas.
Servirle a Antonio y sus amigos no era algo que quería hacer esta mañana.Pero no podía discutir con Marcos. Él tenía razón. Conseguiría mejores propinas de las mujeres. Lo amaban.
Me dirigí a su mesa. Antonio levantó la mirada para encontrarse con la mía y sonrió. 
—Te ves mucho mejor aquí —dijo cuando me detuve enfrente de ellos.
—Gracias. Es mucho más fresco —contesté.
—Paula ha ascendido. Voy a tener que comer más aquí —dijo el chico con el pelo rubio rizado. Todavía no sabía su nombre.
—Esto podría ser bueno para el negocio —coincidió Antonio.
—¿Cómo estuvo tu noche con Isabel? —preguntó Jose con un ligero borde en su voz. Al parecer, mantenía el asunto de Isa contra mí. No me importaba.
Era un alga en un estanque, en lo que a mí respecta.
—Nos la pasamos bien. ¿Qué puedo traerles para beber? —pregunté,cambiando de tema.
—Café, por favor —intervino el rubio.
—Bien, entendido. Fuera de límites. Código de chicas y toda esa mierda. Quiero un zumo de naranja —contestó Jose.
—Café para mí, también —respondió Antonio.
—Volveré con sus bebidas —contesté y me di la vuelta para ver dos mesas más con clientes. Marcos estaba sirviendo una de las mesas así que me dirigí a la otra. Me costó un segundo darme cuenta de quién estaba en esa mesa.
Mis pies dejaron de moverse mientras veía a Daniela echar su pelo rubio fresa sobre el hombro y luego mirarme con el ceño fruncido. Miré atrás hacia Marcos, que estaba terminando los pedidos de bebidas de su segunda mesa. Tenía que hacer esto. Estaba siendo tonta. Era la hermana de Pedro.Forcé mis pies a moverse y me acerqué a su mesa. Estaba sentada con otra chica. Una que no había visto antes. Era tan glamorosa como Dani.
— Deben dejar trabajar aquí a cualquiera estos días. Tengo que decirle a Antonio que hable con su padre acerca de ser más selectivos con sus empleados —dijo Daniela arrastrando las palabras en una voz bastante alta.
Mi cara estaba caliente y sabía que me había sonrojado. Ahora sólo tenía que demostrar que podía salir de esto. Daniela me odiaba por razones desconocidas. A menos claro que Pedro le hubiese dicho que estaba husmeando en sus secretos. No sonaba como algo que Pedro haría, pero ¿lo conozco muy bien? No.
—Buenos días, ¿qué puedo traerles para beber? —dije tan cortésmente como pude.
La otra chica se rio y bajó la cabeza. Daniela me miró como si yo fuera algo repugnante. —No puedes traernos nada. Espero un camarero con más clase cuando vengo aquí a comer. Tú no lo harás.
Busqué a Marcos una vez más, pero él se había ido. Daniela podría ser la hermana pequeña de Pedro, pero era una perra importante. Si no necesitase tanto este trabajo, le diría que me besara el culo y me iría.
—¿Hay algún problema? —La voz de Antonio salió de detrás de mí. Por una vez en mi vida, me sentí aliviada por su presencia.
—Sí, lo hay. Contrataste basura blanca. Deshazte de ella. Pago demasiado para ser miembro de aquí como para tolerar esta clase de servicio.
¿Era porque vivía en casa de su hermano? ¿Odiaba a mi padre, también? No quería que me odiara. Si me odiara, Pedro nunca se abriría a mí. Esa puerta estaba
firmemente cerrada.
—Daniela, nunca has pagado una sola vez para ser miembro de aquí. Estás aquí porque tu hermano lo permite. Paula es una de las mejores empleadas que hemos tenido y ningún otro miembro que pague se ha quejado. Desde luego, no tu hermano. Por lo tanto, esconde las garras, cariño, y sobreponte. —Antonio chasqueó los dedos y Marcos se acercó corriendo hacia nosotros. Debió haber salido durante el drama y yo lo había echado de menos
—. Marcos, ¿podrías por favor servir a Daniela y Lorena? Dani parece tener un problema con Paula y no quiero que Ella se vea obligada a atenderle.
Marcos asintió. Antonio me tomó del brazo y me llevó de vuelta a la cocina.
Sabía que estábamos llamando la atención, pero en ese momento no me importaba.
Estaba muy agradecida por alejarme de los curiosos y tener un respiro.
Una vez que la puerta de la cocina se cerró detrás de mí, solté el aliento que había estado conteniendo.
—Sólo voy a decir esto una vez, Paula. La otra noche en casa de Pedro me dejaste plantado. No tenía que preguntar por qué. Lo supe cuando me di cuenta de que Pedro estaba desaparecido. Tú hiciste tu elección y yo retrocedí. Pero lo que pasó ahí dentro es sólo una pequeña muestra. La perra tiene veneno en las venas.
Ella está amargada y enfadada, y cuando llegue el momento de elegir, Pedro la elegirá a ella.
Me volví y miré a Antonio, sin estar segura de lo que quería decir. El me sonrió con tristeza, entonces me soltó el brazo y volvió a entrar al comedor. Antonio también sabía el secreto. Tenía que saberlo. Esto me estaba volviendo loca.
¿Cuál era el gran problema?

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